Día 19

La mayoría de las familias tienen etapas destacadas de éxito y triunfo que se entrelazan con las advertencias de parientes que cayeron en el fracaso o el pecado. Los ascensos nos inspiran e incluso nos abruman, mientras que los descensos nos sorprenden y nos infunden miedo de caer en los mismos problemas que aquellos que ya han allanado un camino en bajada antes que nosotros.

La genealogía de Jesús es así. Vemos personas que establecen un maravilloso estándar de fidelidad como Abraham, o de valentía como Rut. Pero también encontramos la lujuria de Judá. Vemos corazones complejos como el de David, quien ordenó la muerte de un amigo pero también escribió Salmos y oraciones que usamos hasta hoy. Aquí entra Jesús: santo, irreprochable y verdadero. Repentinamente, las alturas de este linaje familiar parecen una elevación menor en el camino, y los puntos bajos casi se olvidan bajo la cobertura de la gracia. Y es aquí donde aprendemos cómo debemos ver nuestros problemas pasados; como dijo el apóstol Pablo: “Todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:8, NVI).

Mateo comenzó su relato evangélico con la genealogía de Cristo para explicar cómo y por qué era el verdadero Mesías. Para los judíos, proporcionó pruebas de la afirmación del Señorío de Jesús y del cumplimiento de la profecía. Para todos los demás, la inclusión de personas como Rahab y Rut demostró que no fueron excluidas de los planes de salvación de Dios. ¿Qué pasaría si tu pasado y el legado, bueno o malo, de aquellos que te precedieron sería algo que exhibieras como evidencia de la gracia de Dios?

Jesús confirmó el mandato de Dios a Abram de "caminar delante de mí y ser irreprensible". Generaciones lo habían intentado y habían fracasado en este sentido (ver Génesis 17:1). En Cristo, finalmente hubo un cumplimiento de la parte humana de este pacto. Y es solo a través de la salvación y la gracia que podemos ser parte del mismo, no por nuestras propias fuerzas sino a través de su sacrificio por nosotros. Ya sea que la herencia con la que naciste sea positiva o negativa en tu mente, la línea de Jesús nos recuerda que hay un lugar para todos en la familia de Dios. Ninguno de nosotros puede entrar sin Cristo. ¡Tu nuevo legado es la gracia y la bondad de Jesús!

Pasos de acción: Al celebrar las fiestas y pasar a un nuevo año, recuerda que ahora llevas el nombre sobre todo nombre, Jesús. ¡No hay pasado ni secuencia de ADN que pueda dominar la gracia que Dios tiene para ti! Continúa apoyándote en tu herencia espiritual a medida que avanzas en tu vida.