Sacando Todo Lo Bueno, De Lo MaloMuestra

El proceso mientras se espera

El libro de Eclesiastés dice: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. En el libro se detallan 28 diferentes etapas en la vida de todo ser humano, cuatro de ellas son: “Un tiempo para llorar y un tiempo para reír. Un tiempo para entristecerse y un tiempo para bailar”.

Así que mientras tanto, en todos esos largos años de espera, David pasó situaciones muy difíciles y tristes, una de ellas es la siguiente: “Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, si no se los habían llevado al seguir su camino. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados”.

Ya de por sí, tenía una vida difícil al vivir escondiéndose y así, en un abrir y cerrar de ojos, cuando menos lo esperaba, había perdido, mujer, hijos y posesiones, al igual que los hombres que lo acompañaban. Es triste cuando te roban aquello que tanto te ha costado, yo me imagino lo que pudo haber sentido al regresar a su hogar y encontrar todo convertido en cenizas. Ha de haber sido frustrante para él, sabiendo que iba a ser rey, y que le pasaran esas cosas. ¿Dios, donde estabas mientras esto sucedía?

Los hombres que acompañaban a David, hablaban incluso de apedrearlo, porque por seguirlo a él, dejaron todo lo que tenían desprotegido. Y aquí la primera cosa buena que sale de un momento difícil: “Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; más David se fortaleció en Jehová su Dios”.

La prueba nos acerca a Dios y aquí vemos como David, al buscar a Dios, encontró fortaleza, en medio del dolor. Y no solo fortaleza, también encontró dirección por parte de Dios: “Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y Él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos”.

Es fácil pensar que no necesitamos de Dios cuando todas las cosas nos van de maravilla. Pero ¿qué pasa cuando la vida te está pasando por encima? Por eso dice un dicho: “No hay ateos en las trincheras”… Y es que en momentos difíciles, hasta el ateo más escéptico, se acuerda de buscar a Dios por ayuda… La prueba nos acerca a Dios.