Guerras y rumores de guerras: Cómo adorar cuando la guerra golpea el hogarMuestra

Mantente firme en Jesús

Honestamente, la guerra no tiene sentido para mí. Hoy, mientras abro mi teléfono y me desplazo a través de otra ronda de titulares espantosos, mi sentido de la razón está sacudiendo la cabeza. ¿Cuál es el punto de todo esto? ¿Cuántas personas morirán y por qué? ¿Cuántas pobres almas quedarán huérfanas y viudas cuando todo esto esté dicho y hecho? Estoy tratando de hacer una lista de pros y contras para dar sentido a lo que estoy viendo, pero hay demasiados contras para convencerme de que la razón dirige este espectáculo.

Pero, tal vez no debería estar tan sorprendido. Después de todo, el pecado no tiene sentido. El pecado, y aquellos que están controlados por él, son una bestia egoísta e ilógica. Esta quiere y toma. Ve y roba. Codicia y se abalanza. No debemos escandalizarnos cuando los pecadores no piensan en Dios, en el amor o en la fe viva que ama al prójimo.

Jesús nos advirtió que se pondría así de mal: “Entonces los entregarán a ustedes para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos se apartarán de la fe; unos a otros se traicionarán y se odiarán; y surgirá un gran número de falsos profetas que engañarán a muchos. Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:9-12). Fíjate en la fuerza de los verbos (perseguido, condenado a muerte, odiar, traicionar, engañar, enfriarse) y el tamaño de los adverbios (muchos, muchos, muchos). Jesús no nos promete un mundo amoroso y lógico, sino uno donde el amor de la mayoría de las personas se enfríe.

Así que no te alarmes cuando los que tienen todo el poder quieran aún más. No te sorprendas cuando aquellos que tienen más que suficiente tierra codicien aún más. No te desconciertes cuando las personas que tienen mucho dinero inicien guerras para obtener aún más. Este mundo es el mundo, y su “príncipe” existe para robar, matar y destruir (Juan 12:31; 10:10).

Pero antes de desanimarnos, debo dejar que Jesús termine su frase: “El amor de la mayoría se enfriará, pero el que se mantenga firme hasta el fin, ese será salvo” (Mateo 24:12,13). Mientras “la mayoría” va a la guerra para conseguir lo que quiere, “el uno” se mantiene firme en Jesús. Por eso, nos negamos a alarmarnos. Hay un final para esta aparentemente trágica historia, lo más importante, el triunfo de Jesús y de aquellos que están con Él. Aunque parece que el mal está ganando, no lo hará. No puede. El Dios que es bueno es el juez de vivos y muertos, y se asegurará de que todo esto resulte para nuestro bien (Romanos 8:28).

Mi hija menor me hizo recientemente un brazalete cosido a mano. La parte de atrás es un lío enredado de cuerdas y nudos entrecruzándose de manera que realmente no tiene sentido. Sin embargo, el anverso de ese mismo brazalete dice, en letras claramente cosidas: "Bendecido".

Aquellos que viven en este mundo ven el desorden enredado y sin sentido de la guerra. Pero habrá un día en que el pueblo de Dios llegue al otro lado, cuando seamos salvos, cuando nos demos cuenta de que en Jesús somos y siempre hemos sido bendecidos.