Adviento en familia de Infinitum: Semana 1Muestra

Cuando Jesús llegó al mundo, Dios extendió una invitación: "Recibe Mi abrazo. Recíbeme como tu amado, como tu Padre. Ven a Mis brazos, a Mi casa, a Mi familia. Tú eres mío".

Cuando recibimos a Jesús, recibimos un abrazo como hijos de Dios. Como una nueva madre que sostiene a su hijo en su pecho por primera vez, Dios nos envuelve en Sus brazos amorosos y nos contempla con asombro como Sus hijos.

La belleza nos ofrece una expresión tangible de esta experiencia. John O'Donohue lo expresa maravillosamente, "La belleza... nos llama a salir de la soledad hacia la calidez y la maravilla de un abrazo eterno".

Estamos llamados a salir de la soledad... a un abrazo eterno.

Cuando experimentamos belleza, experimentamos un poco de la plenitud: la unión con Dios mismo. La belleza nos ofrece una invitación al abrazo de Dios. Y cuando nos rendimos y la recibimos, la vergüenza cae, y nos liberamos dentro de Su amor.

La belleza actúa como la empatía viva de Dios, entrando a nuestra desesperación, soledad, miedo y ansiedad, sosteniéndonos allí y liberándonos para llegar a ser más plenamente nosotros mismos.

Oramos para que la belleza te encuentre, que derribe esa puerta y te libere con la presencia de Aquel que es bello en medio de ti. Esta es nuestra bendición, nuestra oración por ti, por nosotros.

Que te coloques a la puerta de la belleza
y sepas que eres bienvenido.
Que su vastedad te ensanche
y que su riqueza te haga más profundo.
Que su abundante amor te libere
incluso cuando su gloria te atraviese.
Que despierte en ti el poder
de amar libremente, vivir generosamente,
y de crear abundantemente.

¿Cómo puedes ponerte en el camino de la belleza esta semana y recibirla como una invitación al abrazo de Dios?

Siéntate frente a una pintura, observa un baile o escucha una canción y recibe el abrazo de Dios en el momento presente. ¿Qué sientes? ¿Qué ves?

Practica el dejarte llevar por el abrazo de la belleza a través de la canción (en YouTube) "Él tiene tiempo" por Common Hymnal. O disfruta de una de tus canciones navideñas favoritas que te lleve a la presencia de Dios.