No le hables a la AnsiedadMuestra
La voz ansiosa, es solo una voz, que no tendrá mayor poder del que tú le otorgues.
Por muchos tiempo viví episodios de ansiedad generalizada y en ocasiones episodios de pánico. Pensaba que jamás acabarían. Mi mente vivía una lucha constante entre los pensamientos reales e irreales, y yo quedaba sin fuerzas de tanto sobrepensar. ¿Te ha pasado?
Si has sufrido ansiedad no debo explicarte lo perturbadora e insistente que es la voz ansiosa. No tan solo acelera el pulso, sino que descarga una gran cantidad de pensamientos erráticos en la mente. Y confieso, que en momentos experimente miedos al no poder callar esta voz. No lograba comprender, del todo, el poder que tenía sobre mis emociones.
Un día tuve un momento de lucidez. En un instante me percate de la conversación que se daba en mi mente que en muchas ocasiones no percibía. Era todo tan “normal”. El dialogo con la voz ansiosa se daba de modo sutil, con preguntas y respuestas, suposiciones, tal como si fuera un guion de película.
De un pensamiento normal, como “la actividad en la escuela de mi hija”, la ansiedad lo llevaba a uno irreal a una “posible visita a la sala de urgencia”.
Algo parecido a este pensamiento: “la actividad será al aire libre, quizás necesite algunas frutas para refrescarse”. Luego de dar unos segundos más al diálogo obtengo un secuestro de la amigadla cerebral desatando el próximo pensamiento irreal: “y si sufre de una caída repentina causándole una herida lo suficientemente profunda como para llevarla a sala de urgencias. Imagina que, estando allí me den la mala noticia de que no solo tenía una herida, sino una enfermedad mortal, y realmente le quedan pocos días de vida a mi hija”. ¡Una locura!, lo sé. Así de complejo y alterado puede ser un pensamiento irreal de una persona que sufre ansiedad generalizada.
Fue entonces, que comprendí, que era yo quien le daba poder a estos pensamientos irreales. Analizando que la mejor manera de enfrentarlos era deteniéndome, permaneciendo calmada, validando mis emociones sin exagerar o minimizar las mismas, desintegrando los pensamientos avalando solo los reales, y hablando con personas de confianza para que me acompañaran en el proceso hasta sentirme mejor.
Aprender a gestionar lo que sentimos no es sencillo, pero sí es posible cuando vives desde tu realidad, desde las promesas de Dios para ti.
Jesús, también lo experimentó cuando fue tentado en el desierto (Mt 4:1-11). Se enfrentó a una voz que le hablaba fuerte invitándolo a desistir del Plan de Dios para Su vida, Su muerte por la humanidad. Lo que esta voz ponía en juego era nuestra salvación. ¿Qué hubiese pasado si Jesús le daba un segundo más al diálogo con la voz tentadora del enemigo?
Jesús nos modelo cómo enfrentar y callar la voz perturbadora de la ansiedad. Nos enseñó, que si algo debemos responder, es lo que Dios ya ha dicho de nosotros en Su Palabra. Él respondía porque sabía quien era, conocía Su propósito, tenía claro Su llamado aquí en la tierra. Y desde una biografía clara y con una identidad sana, pudo responder y callar la voz amenazante del enemigo que le invitaba a perder la oportunidad de cumplir su Plan de Vida, morir por amor, a ti y a mí.
Hoy más que nunca, deseo que encuentres tu identidad en Dios, y desde allí sanes tu biografía. Conociendo quién eres, y así solo así, puedas enfrentar con fuerza la voz ansiosa desde la Palabra de Dios. Y en el nombre de Jesús puedas callarla quitándole toda autoridad sobre tu vida, de una vez y por todas.
Oremos: Jesús comprendo que el propósito de la ansiedad es desenfocarme de Tu Plan para mi vida, te pido que me ayudes a enfrentarla y callarla desde Tu Palabra. Dirige mis pasos, trae libertad a mi mente. Y hazme entender que no debo hablar con la ansiedad nunca más. En el nombre de Jesús. Amén.
Acerca de este Plan
Dios creo nuestras emociones para responder de manera correcta los sucesos de vida, y la ansiedad no es la excepción. Pero, ¿qué sucede cuando le damos unos segundos más al diálogo ansioso en nuestra mente? En este plan conocerás como callar la voz de la ansiedad de una vez y por todas. Y así vivir la verdadera libertad en Cristo Jesús.
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