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No le hables a la AnsiedadMuestra

No le hables a la Ansiedad

DÍA 2 DE 3

Te diré la verdad. El primer aviso que da la ansiedad no es incorrecto. Solo es eso, un aviso.

Dios, en Su perfecto plan diseño al ser humano con la capacidad de enfrentar cualquier situación. Él insertó la emoción de la ansiedad como una alerta que ayudaría a sobrevivir eventos significativos. Y es que, en el orden correcto, la ansiedad inicial bien gestionada ayuda a prevenir, proveer y buscar lo necesario para estar bien.

Sin embargo, existe un plan (fuera del plan de Dios) que busca lo contrario. Convertir una alerta en una amenaza, una enseñanza en destrucción, una oportunidad de fe en un rechazo a la Soberanía de Dios.

Y, ¿cómo sucede? Sucede una vez damos lugar al diálogo con la voz de la ansiedad. Una ansiedad generalizada que distrae, desenfoca y destruye a un precio muy alto.

Consideremos un detalle importante. La “voz ansiosa” surge de aquello que nos describe. Del autoconcepto que obtenemos desde la biografía; que son las experiencias buenas y negativas adquiridas en la vida. Es probable que en tu biografía hayan sucesos no deseados, momentos dolorosos y/o heridas profundas que quisieras descartar. Te comprendo.

Y es que, ante los momentos inesperados de la vida será inevitable que surjan carencias emocionales que te quiebren. Quedando grietas impregnadas en el archivo mental, que para efectos clínicos me refiero a la amígdala cerebral. Desde esta proyección las heridas y carencias se convertirán en pensamientos irreales sosteniendo emociones negativas sin capacidad alguna de gestionar. En otras palabras, la ansiedad generalizada es la venda que te ocultará el milagro que Dios esta apunto de hacer en tu vida.

Hablemos de Sara, esposa de Abraham cuando recibieron la visita de los ángeles para anunciar la promesa de que tendrían un hijo (Gn. 18:1-10). Sara estando en la carpa escuchaba con atención la conversación de estos hombres. Imagina escuchar la promesa de un hijo siendo una mujer ya anciana. Era noticia suficiente para activar la alarma de la ansiedad, claro que sí.

En su inquietud sobrepasando todo lo que estaba ocurriendo dio la bienvenida al diálogo con la voz ansiosa. Conversación que no eran más que la proyección de su archivo de experiencias negativas.De sus propios miedos (Gn. 18:15).

Eran sus heridas, sus carencias, el eco de su biografía la que le hablaba alto y fuerte. Era la voz ansiosa la que descartaba toda oportunidad de vida para el vientre de Sara: -¿Cómo es posible? ¿Tú no puedes, eres estéril? ¿Abraham no tiene edad para tener hijos?, imagina.

Ante este diálogo surgió una sonrisa llena de incertidumbre (Gn. 18:13), que afirmaba que todo lo que proponía la voz ansiosa era suficiente para anular la promesa que Dios ese día le otorgaba. Una voz que desde la ansiedad tuvo más poder que la Voz majestuosa de su Dios.

Un detalle importante a considerar, esta voz estuvo desde antes en la mente de Sara, lo suficiente como para convencerla de “ayudar” a Dios ofreciendo a su sierva Agar a su marido, y así “por fin” obtener el hijo tan deseado para Abraham (Gn 16:3).

Cuán fuerte puede ser esta voz si no la callamos con valentía.

Oremos: Dios, reconozco que en muchas ocasiones la voz ansiosa ha tenido mayor poder que tu propia Voz. Ayúdame a centrar mi corazón a la frecuencia de tus latidos, y así a escuchar tu dirección y favor para mi vida. En tu nombre, Jesús. Amén.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

No le hables a la Ansiedad

Dios creo nuestras emociones para responder de manera correcta los sucesos de vida, y la ansiedad no es la excepción. Pero, ¿qué sucede cuando le damos unos segundos más al diálogo ansioso en nuestra mente? En este plan conocerás como callar la voz de la ansiedad de una vez y por todas. Y así vivir la verdadera libertad en Cristo Jesús.

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