Enemigos del corazónMuestra

Andy Stanley: Enemigos del corazón

Devocional día 5

“Lleva tus deseos a Dios”

Escritura: Santiago 4:1-3

Cada uno de los enemigos del corazón se aviva con la idea de que alguien debe algo. La culpa dice: “Te debo”. La ira es alimentada por la noción de que tú me debes. La avaricia se mantiene viva por la suposición de que yo me lo debo. Este cuarto problema del corazón no es diferente. Los celos. Los celos dicen: "Dios me debe".

Cuando pensamos en los celos o la envidia, inmediatamente pensamos en las cosas que otros tienen y nosotros no: apariencia, habilidades, oportunidades, salud, estatura, herencia, etc. Asumimos que nuestro problema es con la persona que posee lo que a nosotros nos falta. Seamos realistas; Dios podría solucionar todo eso. Todo lo que Él le dio a tu prójimo, también podría habértelo dado a ti. Por eso quizás sientas que Él te debe algo.

Los celos pueden aterrorizar tu vida y causar estragos en tus relaciones. Lo bueno es que este monstruo, como los otros tres, tiene una vulnerabilidad. Y es algo que quizá no esperas: deja de codiciar lo que otros tienen y comienza a pedirle a Dios lo que Él sabe que es lo mejor para ti.

Según Santiago, nuestros conflictos externos son el resultado directo de un conflicto interno que ha salido a la superficie. Queremos algo pero no lo tenemos, así que luchamos con los demás. Los deseos a los que se refiere Santiago representan sed insaciable: nuestra sed de bienes, dinero, reconocimiento, éxito, progreso, intimidad, sexo, diversión, relación, compañía.

Entonces, ¿qué hacemos con los deseos y apetitos que nunca pueden ser satisfechos plena y totalmente? Santiago dice que los llevemos al que primeramente los creó. En otras palabras, Santiago nos anima a derramar nuestros corazones en una conversación franca con nuestro Creador.

Tus preocupaciones, grandes o pequeñas, le importan al Padre porque tú eres importante para Él. Ya sea que se trate de tu vida amorosa, tu carrera, tu matrimonio, tus padres, tus hijos, tus finanzas, tu educación o tu apariencia, llévalo ante Él. Y continua llevándoselas hasta que encuentres la paz para levantarte de tus rodillas y enfrentar el día, sabiendo confiadamente que Él se preocupa por ti.

Ten por seguro que tu corazón siempre será amado por Su corazón.

¿Por qué te duele el corazón? Pasa un tiempo en una conversación absolutamente libre y desinhibida con Dios acerca de lo que sientes que te falta. Pídele que te bendiga de la mejor manera, y que te revele su amor a lo largo del camino

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