Hay esperanza, fe en tiempos de incertidumbreMuestra

Ser padre o madre es uno de los regalos más bellos que puede experimentar una persona, un regalo que no depende de nosotros mismos, pues no tenemos el poder para con certeza concebir o no, sino que depende de Dios. Sin embargo, por otro lado, este regalo implica una responsabilidad y compromiso con la vida que se nos es dada. De la misma manera ocurre con nuestra fe: el seguir a Jesús y experimentar el regalo de su salvación y la vida que Él nos ofrece, conlleva la responsabilidad de vivir de una manera diferente, y de eso trata el texto de hoy.

Recordemos que Pablo le escribe esta primer carta a los tesalonicenses, para afirmar su fe en medio de lo difícil que para ellos es ser creyente en medio de los valores y la persecución del Imperio Romano. En los primeros tres capítulos, Pablo celebra la fidelidad de ellos a Jesús, y luego, a partir del capítulo cuatro, él reta a los tesalonicenses a vivir una vida consistente con las enseñanzas de Jesús. Y en los versículos 1 al 12, en especial refiriéndose a dos áreas: la pureza sexual y el amor generoso hacia a otros.

De igual manera, hoy nosotros, en medio de nuestro contexto: de los valores de nuestra sociedad y a pesar de la oposición que podamos experimentar por seguir a Jesús. Él nos llama a un serio compromiso con estas dos áreas: Seguir a Jesús implica para nosotros un serio compromiso con la santidad y la pureza sexual. Esto, en contraste con la cultura promiscua y sexualmente destructiva que hay a nuestro alrededor. Jesús nos invita a experimentar la belleza y bondad del sexo dentro del contexto de una relación matrimonial exclusiva, pues Él toma muy en serio el sexo fuera del matrimonio y los actos lujuriosos, pues estos deshonran y destruyen a las personas y a su dignidad. Y seguir a Jesús también implica un compromiso de amar y servir a los demás. Como cristianos, debemos ser reconocidos por ser personas amorosas, pacíficas y diligentes. Personas que trabajan muy duro, no solo para ganar dinero, sino para generar recursos tanto para sí mismos como para compartir generosamente con las personas en necesidad. Vivamos una vida que agrada a Dios, especialmente en la sexualidad, en el amor y la generosidad con los demás.