LA PASIÓN.

La pasión abre la puerta para el triunfo. Cuando te apasiona lo que haces, el compromiso se hace algo natural. No tratas de producir perseverancia, ella te inunda como una ola del océano.

La pasión convierte la obligación en deseo. Infunde un fuego de motivación que nunca se extingue.

La gente que tiene pasión disfruta la escalada tanto como el llegar a la cumbre. Si tienes pasión, nunca necesitarás un empujón. De hecho, no tienes que impulsarte para empezar. En cualquier caso, más bien tendrías que forzarte a detenerte. La pasión te mantendrá aún cuando las cosas vayan mal, las probabilidades sean pocas, los obstáculos muchos y los recursos escasos.

El Apóstol Pablo encontró el propósito de Dios para su vida y de ahí surgió su pasión impresionante.

“…De ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera” (Hechos 20:24).

La pasión te da vigor, supera al miedo, te motiva hasta que encuentres lo que estás buscando. Sin embargo, puedes en el camino encontrar personas con la capacidad de apagar tu pasión, los llamados “extintores”, los que se centran en lo malo, siempre dudan, se resisten y te impiden llegar más lejos intentando apagar el fuego de tu pasión. Ora por ellos, ámalos, pero no pases tanto tiempo con ellos para que no te influencien hasta el punto de apagarte.

Reflexiona:

• ¿Te consideras una persona apasionada?
• ¿Eres un encendedor o un extintor en la vida de otros?
• ¿Si algo te apasionara hoy, estuvieras haciendo algo diferente?

El éxito no es el resultado de una combustión espontánea, primero debes encenderte tú mismo (Reggie Leach).