Dios Habla Al Corazón CansadoMuestra

Espacio para la gracia

Si Dios actuara sobre las personas ante nuestra dificultad y desgaste como lo hacemos entre nosotros –que a veces parecemos “más santos que el propio Dios” por nuestros arrebatos de aparente sabiduría sobre cosas nada sencillas que les pasan a otros–, no quedaría títere con cabeza. Seríamos como los amigos de Job: cargados de teología mal aplicada, dañando en vez de sanando.

Dios, por cierto, no trata con nosotros tanto como creemos con la famosa “vara” de aplicar corrección a la que tantos apelan de manera casi única para encauzar a otros, (principalmente a los hijos, aunque con el resto usan la vara simbólica del juicio implacable).

La relación de Dios con nosotros no es conforme nos merecemos. Desde un amor inmerecido, y sin dejar de ser justo y veraz, muestra una misericordia envolvente y cautivadora: Su intervención se llama gracia y es sanadora.

Él no se sorprende de nuestros momentos álgidos, ni tampoco de los más bajos. Solo nosotros. Y si recibimos de gracia, no nos queda más que dar de gracia.

Elías está aquí en un momento de autoabandono:

• Biológicamente se explica por todo el estrés sostenido hasta allí, por la propia adrenalina y el funcionamiento del cuerpo que Dios mismo creó. Mucho tiempo manteniéndose inquebrantable y radical frente a un pueblo necio y una monarquía terrible.
• Psicológicamente está mermado: no ve las cosas con claridad, su percepción está torcida, el ánimo en lo más bajo, y la única salida que contempla es que Dios acabe con su vida, antes de que lo hagan otros.
• Espiritualmente, sin embargo, Elías está firme. Declara un “vivo celo por Dios” frente al relato de todo lo sucedido, y hay sinceridad reconociendo que se ha roto la expectativa que tenía de que el final de la historia sería otro.

¿Hay aquí una depresión clínica? No lo creo, pero se parece mucho.

¿Hay “berrinche y temor” como algunos frente a este texto destacan duramente? ¿No temeríamos nosotros?

¿Será agotamiento y manifestación clara de limitaciones, siendo muy claros y honestos al mirar hacia dentro?

¿Por qué nos costará tanto ver que en aquello que juzgamos a otro nosotros hacemos lo mismo? (Romanos 2:1)

¡¡Seamos personas y comunidades de gracia siempre!!! Comprendamos el comportamiento normal humano y dejemos el duro juicio frente al dolor. Dios no envuelve a Elías en "palmaditas en la espalda", pero le provee primero, y le anima después para continuar con Su propósito. ¿Lo haremos entre nosotros así también?