Tu deseo hecho acciónMuestra

"No alardes de lo que no estás dispuesto a hacer"

Recuerdo una escena de la película "The Chosen" que conmovió mi corazón y me llevó a profundizar en el significado del amor que Jesús nos ha ofrecido. Recuerdo que Jesús, en esa escena, abrazó a un leproso y con su abrazo ministró su amor y su sanidad a este hombre. ¡Fue tan hermoso ese momento para mí porque pude sentir ese abrazo también en mí!

Nosotros estábamos llenos de lepra, totalmente enfermos por el pecado, sucios y malolientes. Sin embargo, a Jesús no le importó cómo nos encontró y nos abrazó con su perdón, con su amor y su misericordia. Mientras escribo estas palabras, suspiro de la emoción de ver su amor manifestado en nosotros de la forma tan tierna y tan compasiva con la que nos sustentó.

El ver esa escena de Jesús abrazando al leproso me llevó a meditar en la condición de humildad en la que debemos estar para poner en acción esos deseos que nos ha entregado. No podemos alardear de algo que no queremos hacer, ¿sabes por qué lo digo? Porque conozco personas que dicen desear hacer muchas cosas que parecen agradables delante de Dios, pero que a la hora de la verdad, no se atreven ponerlas por obra. Lo explico así: Quieren ir a la guerra sin ensuciarse, sin batallar, sin correr riesgos; quieren ayudar al necesitado sin tener que sacrificar nada, quieren sanar al leproso con la condición de no tener que tocarlo y menos abrazarlo por temor a contagiarse, o peor aún, por repudio o por asco. ¿Tiene sentido? Esto explica un poco más aquello de lo que les hablé ayer.

Ese mismo abrazo que Jesús expresó al leproso, es el que Él sigue manifestando a través de nosotros, en aquellos que se encuentran en esa misma condición. Estamos llamados a abrazar a los demás con el mismo amor con el que Jesús nos abrazó a nosotros. No importa en qué condiciones se encuentren aquellos a quienes nos inste a abrazar con su bondad; su abrazo nos permitirá ministrar a otros su poder y su gracia.

No alardes de lo que en realidad no eres capaz de hacer. Piensa bien en lo que deseas y sé objetivo al poner tu deseo en acción. Que tus deseos no sean simple palabrería, producto de la necesidad de verte como héroe ante los demás o como la persona más piadosa; sabemos perfectamente que esto no es de Dios. Que los deseos que expresas se vivifiquen a través del accionar y de las obras que haces en pro de su cumplimiento para manifestar la misma gloria que experimentó el leproso cuando Jesús lo abrazó.