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"Sin vocación, no hay servicio"

No es posible servir en excelencia sin vocación. Ejemplo: una enfermera asistencial no podría servir en excelencia si le dan temor las agujas; ni un médico podría servir con profesionalismo si le da asco la sangre y los fluidos. Si ambos profesionales no tuvieran compasión por el otro, no podrían ser usados para sanar y dar "vida". De la misma manera, en lo espiritual podemos ver algunos ejemplos: un misionero no podría viajar a donde el Señor le instruya que vaya, si no está dispuesto a pasar quizás necesidades y adversidades con tal de llevar a los demás lo que sabe que les traerá paz y salvación.

No sentiríamos pasión por las almas, si no hubiéramos entendido el propósito del Salvador por nosotros en el madero. Sin pasión por las almas, no habría sentido en predicar y proclamar la Palabra de Dios. No podríamos ver fruto sin ese fuego que solo puede provocar el Espíritu en nosotros y que nos lleva a perseverar en aquello que nuestro Padre ha dispuesto que llevemos a cabo; sin importar las burlas, el qué dirán, el cómo nos vean o qué tengamos que hacer o atravesar.

Pretender servir sin vocación es como pretender servirle a Dios sin su poder. Él nos da la pasión, el amor y la convicción por servir a los demás sin condición alguna. Sus deseos son puestos por obra a través del obrar de su poder en nosotros. Recordemos que todo es por Él y para Él en Cristo Jesús, que nada de lo que hacemos desde que fuimos sellados con su Espíritu proviene de nosotros; todo ha sido establecido por Él. Nuestro Padre nos dotó de su poder y, su poder no puede quedarse estancado sin producir vida en otros que lo necesitan.

Sin vocación no hay servicio. La próxima vez que quieras hacer algo, asegúrate de confirmar si realmente es algo que proviene de Dios, porque lo que es de Dios permanece y no hay excusa o justificación alguna que estorbe el entregarse incondicionalmente para llevar a cabo cada una de sus obras. Ahora, hay que tener en cuenta que con nuestro Padre es imposible razonar; si somos sus hijos y nos manda a hacer algo, simplemente hay que obedecer sin poner trabas. Él nos hará comprender en la medida que obedecemos que, en realidad lo que nos mandó a hacer es en lo que encontramos gozo; aunque al principio nos haya parecido difícil de comprender e incluso de aceptar.