Dios ama al dador alegreMuestra

Dios ama al dador alegre

El otro día, mi hija de ocho años y yo estábamos jugando voleibol en la entrada cuando vimos a nuestra vecina anciana. Estaba parada frente a su garaje, levantando una escoba, tratando de limpiar las hojas del canal. Decidí detener nuestro partido y, en poco tiempo, estaba en una escalera barriendo sus obstinadas hojas. Mientras quitaba las hojas del canal, mi hija las barrió y las amontonó. Tenía las mejillas rojas y sudaba en ese día caluroso. Pero no se quejó ni una sola vez. No se desanimó ni una sola vez. Ni una sola vez me miró con frustración. ¡Y yo estaba muy orgulloso de ella! Muy orgulloso del amor que le dio a nuestro prójimo. Muy orgulloso de la alegría que le dio a una hermana mayor en la fe (¡Tan orgulloso que abrí el helado antes de que mamá llegara a casa para preparar la cena!).

Así es como se siente su Padre. Cuando usted decide con el corazón dar con generosidad, confiando en que Jesús suplirá todas sus necesidades, a Dios le encanta. Es posible que usted no vea su rostro como mi hija vio el mío, pero crea en estas palabras: Dios ama al dador alegre.

Dar nuestro tiempo y dinero es una de las partes más difíciles de la vida cristiana. Requiere cada pedacito de motivación dado por Dios. Así que tome en serio las palabras de Pablo hoy al considerar su respuesta al perdón, la gracia y la salvación de Jesús: "Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría" (2 Corintios 9:7).