El Escándalo Del CristianismoMuestra

El escándalo del sectarismo

El sectarismo es esa actitud fanática, intolerante e intransigente hacia los que no piensan exactamente como nosotros y no forman parte de nuestro grupo. En la Iglesia el sectarismo se manifiesta a través de las congregaciones o denominaciones que se creen poseedoras exclusivas de la verdad y que solo conciben la posibilidad de que alguien pueda ser un legítimo creyente al formar parte de su grupo particular únicamente, suscribiendo sus doctrinas al detalle.

El sectarismo hizo temprana aparición en la Iglesia, como lo dejan ver los Evangelios en el siguiente episodio protagonizado por el propio Apóstol Juan, inclinado ya al sectarismo: “−Maestro −dijo Juan−, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos porque no es de los nuestros. −No se lo impidan −replicó Jesús−. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede a la vez hablar mal de mí” (Marcos 9:38-39).

En realidad, los sectarios, más que ladrones de la verdad, lo que hacen es secuestrarla y tomarla como rehén para imponer sus propios puntos de vista sobre los demás desde un pedestal de superioridad. Por eso, sin perjuicio de la necesaria defensa de los aspectos doctrinales fundamentales de la fe designados en la Biblia como la sana doctrina, como creyentes tenemos que renunciar a la orgullosa presunción de poseer la verdad absoluta. Pues la Verdad –es decir Cristo− siempre excederá los linderos de nuestro grupo, iglesia, escuela de pensamiento, etc.

Siempre tendremos puntos ciegos en nuestra visión y comprensión de la verdad. Nuestra perspectiva siempre será incompleta. Nuestro punto de vista, por verdadero que sea, por muy basado que esté en la Biblia, siempre será parcial.

La iglesia debe tener la humildad para escuchar a quienes puedan hacer aportes a una mayor comprensión de la verdad, a pesar de que no sean cristianos o sean aun hostiles al cristianismo y estar dispuestos a darles la razón cuando la tienen, integrando en una unidad armónica todas las contribuciones que, sin importar su procedencia, puedan llegar a ser esclarecedoras para una fe bíblicamente bien fundamentada.