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LA CORTINA RASGADA

En contexto de la crucifixión de Jesús, Mateo capítulo 27, con Su último grito entregó Su espíritu (v. 50) y la cortina que dividía el santuario del templo se rasgó en dos posibilitando la relación de toda persona con Dios mismo libremente, sin intermediarios (v. 51).

Un solo sacrificio logrando limpiarnos completamente en Su Santo nombre, fin que a través de los sacrificados anuales antiguos practicados por los israelitas, el pueblo de Dios, no fue logrado.

Jesús añade en los versículos 17 y 18: Nunca más recordaré sus maldades, han sido perdonados y ya no hace falta sacrificio ninguno. A partir de este momento se anula esa costumbre y se es perdonado en vida nueva, es decir, naciendo de nuevo para ver el Reino de Dios (San Juan 3:3).

Esto no se refiere a nacer físicamente otra vez ya que sería imposible sino que cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador hallamos una relación con Él y toma un papel significativo para cada uno de nosotros, el hecho de conocer la verdad, esto es viable a través de la Biblia y buscándole.

De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3: 3-5).