Creados Para MásMuestra

Es mucho mayor

Lo que está ocurriendo en ti es mucho más trascendental que lo que ves a tu alrededor. Lo que ven tus ojos simplemente es temporal, pero lo que está aconteciendo en ti es una manifestación del Propósito Eterno. El proceso en el ámbito divino nos lleva a conformarnos a la imagen de su Hijo, por lo tanto, el proceso es natural para todos los que estamos siendo formados y transformados en Cristo. Esta conformación de la vida del Hijo en nosotros nos lleva al descanso aun en medio del dolor mismo. El problema existencial en muchas personas es que tendemos a demonizar lo que no podemos controlar. El comenzó una obra que la perfeccionará. Se nos dificulta ver a Cristo en cada momento inesperado por la sencilla razón que nos acostumbramos a creer que son producto de la fuerza de mal en contra de nuestras vidas. Muchos nos estacionamos en esta enseñanza la cual terminó desesperándonos en los procesos de la vida. Nos quedamos viviendo un evangelio de eterno crepúsculo. El sol de Justicia (Cristo) vino para romper con esta mentalidad fatalista. Si mi enfoque es el correcto, dejaré de ver la perdida como perdida y la veré como ganancia en Cristo. Lo que parece que es lo peor que te vino, es exactamente ese acompañante que viene de parte de Dios para que seas formado. En vez de continuar cuestionando el asunto que enfrentas has las siguientes preguntas: ¿Qué de Jesús se está formando en mi? ¿Qué Jesús desea manifestar de él por medio de mi?

“Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparo para nosotros tiempo atrás” Efesios 2:10 ​

Caminamos por la vida desesperados, debido a las opiniones de quienes nos rodean. Aunque insistamos en que no nos afectan los comentarios y acciones de otros a nuestro alrededor, de cierta forma dominan nuestra vida y nos afectan al momento de tomar decisiones trascendentales. Las opiniones de otros en cierta forma han afectado hasta la forma de pensamiento sobre nosotros con relación a Dios. Llegamos a la conclusión de que Dios se alejó de nosotros y que Él simplemente está enojado. Pero ¿cómo Dios nos ve? Esta pregunta, mis amados, era mi pan de cada día. Saturado de opiniones tanto personales como de otros a mí alrededor, de cierta forma comencé a estrangular y flagelar mis emociones. Esto me llevó a vivir en una constante vergüenza y culpabilidad por todas las cosas que había enfrentado en mi jornada. Comencé a cuestionarle a Dios el porqué de aquel abuso sexual, el porqué del divorcio de mis padres, el porqué de la situación en mi hogar, etc. Pasó mucho tiempo y había pensado que este asunto estaba resuelto cuando me convertí en aquella pequeña iglesia. Me formaron en el pensamiento tradicional de que para Dios yo no era perfecto. Solo piensa por un momento: ¿Dios creo al hombre perfecto? Bueno, bueno ya sé que tal vez tendrás la clásica respuesta trillada de que el pecado llevó al hombre a una condición de imperfección. Pero, cuando Jesús muere por el hombre y este reconoce que Cristo es suficiente para su vida ¿todavía Dios los ve cómo imperfectos? Esta era mi duda y mi carga. ¿Porque tenía que pagar tan altas demandas de los que me rodeaban, si Cristo pagó mi deuda para que viva en Su victoria y el mundo vea en mi lo que Cristo hizo por todos en la CRUZ? Me enseñaron a vivir bajo mis fuerzas y no bajo una obra perfecta y completa.

Por lo tanto por más que intentaba satisfacer las demandas siempre había algo que no había hecho bien. Era el típico juvenil cristiano que cantaba, tocaba la batería, predicaba y hasta lideraba. pero vivía como todo un infeliz. Había algo con lo que luchaba y que me avergonzaba decir. Pero, como me habían enseñado a moverme según mis fuerzas, llegué a pensar que esa debilidad era solo el producto de falta de esfuerzo. Oré, ayuné, hice vigilia, asistía a todas las reuniones, me caí al suelo, pasé innumerables veces al altar para que oraran por mí, pero cuando llegaba a mi casa; volvía al lodo. Muchas veces intente hablar con alguien sobre este asunto oculto, pero no sentía la confianza en nadie para expresarlo. Ya cansado. decidí hacerle promesas huecas a Dios de no volver. pero siempre terminaba en el mismo lugar. Ya no era una situación normal, esto se había convertido en una adicción. Pero como muchos me refugié en la máscara religiosa de que todo está bajo control cuando esa no era la realidad.

Cuantos sermones escuché aquella semana que decían: “Dios está enojado, Dios ya está cansado. Cuantas personas dicen ser cristianas, pero en lo oculto están enlodados por el pecado”. Yo pensaba que Dios lo decía por mí y que en cualquier momento le diría mi nombre al predicador para avergonzarme por todos mis errores. Al fin y al cabo, nunca me esforcé lo suficiente por eso Dios estaba molesto conmigo. Este patrón se extendió por muchos años. Hacia eventos, era invitado a predicar a diversos lugares, pero cargaba vergüenza, culpa, dolor y resentimiento. Pensaba que en cualquier momento dado Dios me mataría. Entonces, comencé a vivir con temores de morir. Fue tan fuerte esta situación que me daba miedo salir solo, pensando que Dios acabaría con mi vida. Yo que pensaba que no caería en un vicio y que jamás haría cosas desagradables ante Dios. ¡Qué vergüenza! decía yo. Una noche decidí hablar con un amado Pastor (Apóstol Ángel Gabriel Irizarry) Decidí abrirle mi corazón y fue allí donde pude ser libre. Me dijo: “Luis, lo que vez en mi es Gracia sobre Gracia”. Guao. Mis ojos fueron abiertos ante la verdad transformadora de que en Cristo Dios me veía perfecto. Nuestro problema de imperfección fue tomado por mí en una cruz. Aquella noche mis ojos fueron abiertos. Me habían hablado por mucho tiempo de Cristo, pero nunca me dijeron la libertad que producía su obra. Fui libre y soy libre.

HOY ES TIEMPO DE SER LIBRRE.