Jesús está por el Oprimido

Hay una gran lección para todos nosotros en el recorrido que hace Jesús cuando pasa por Jericó, este era su último destino, antes de llegar a Jerusalén donde sería crucificado.

La multitud de Jericó fue a recibirlo... ¡Había llegado el Rabino de Galilea, del que oían en todos los lugares! Todo el mundo hablaba de sus milagros y sus maravillas, otros lo criticaban, lo atacaban y decían: ¡Está endemoniado!

Todos querían escucharlo, pero de repente, atrás del gentío se oye la voz de un mendigo gritando: ¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí! La multitud hostil, desprecia al ciego y le dice: ¡Cállate!

Lucas ni siquiera escribe el nombre, sólo sabemos que se llama Bartimeo, porque Marcos lo dice. Bartimeo significa: Hijo de inmundicia. Para la multitud, este ciego era un estorbo en medio de esta privilegiada reunión; pero Jesús se detiene y lo manda llamar, y cuando lo traen, este hombre se postra delante de Él. Jesús sabía que Bartimeo tenía lo que esa multitud no tenía: La fe en Él.

Bartimeo tenía la certeza en su corazón de que Jesús era compasivo, que tenía el poder para sanarlo y que era el Mesías, es por esto que lo llama: "Hijo de David", que es un nombre mesiánico. Jesús le abre los ojos y lo sana; este hombre salta de felicidad siguiéndole en el camino, y la comunidad que era hostil cambió su corazón y comenzó a alabar a Dios y a dar gracias por el milagro. ¿Por qué lo aplaudían? Porque Jesús tuvo misericordia del oprimido, Jesús tuvo misericordia del necesitado.