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Rodeados por Dios

Al hablar de Dios, tenemos que recordar que estamos hablando del Creador supremo, infinito en poder y a quien “los cielos de los cielos no le pueden contener.” 2 Crón. 6:18. Este Dios único y maravilloso ha querido revelarse a todo ser humano y nos ha dejado las Escrituras para que le veamos y le conozcamos. Con esta verdad absoluta en mente, es bueno que también estemos conscientes de que somos finitos y, por lo tanto, es imposible que alcancemos a conocer al Dios infinito.

Sabiendo esto, y conociendo el deseo de Dios de revelarse a nuestras vidas y de que le conozcamos, no podemos más que asombrarnos y maravillarnos del gran amor de Dios. Nos sobrecogemos ante la verdad de la encarnación de Cristo, viviendo en nuestro espacio y nuestro tiempo. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Jn. 1:14. Siendo tan difícil como imposible tener un vislumbre de la majestad de Dios en las alturas, Jesús dijo, con su divina autoridad, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Jn. 14:9

Cristo nos revela al Padre y su Espíritu Santo nos revela a Cristo (Jn. 14:26) y dado por cierto que las tres personas de la trinidad han hecho su morada en nosotros (Jn. 14:23), sabemos que somos amados y rodeados por su gracia.

Cristo nos ha acercado a Dios a través de su sacrificio perfecto en la cruz. Estamos disfrutando de la vida que Él ganó para nosotros. El abismo que existía entre nosotros y Dios ya no existe. Ahora podemos disfrutar de su compañía, de su presencia en nosotros, del amor que no sólo nos rodea pero que también llena todo nuestro ser.

Los hijos de Dios tenemos ante nosotros la más grande de las bendiciones, “Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.” Col. 1:27. Esto contrasta enormemente con el mundo en el que vivimos, porque la humanidad que no tiene a Cristo está vacía de esperanza. A ellos les rodean otras cosas que, lamentablemente, abonan a su condición de miseria espiritual. Allí estuvimos nosotros, ¿lo recuerdas? “Sin esperanza y sin Dios en el mundo.” Ef. 2:12

Qué hermosas las palabras del apóstol Pablo a los efesios cuando dijo: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia son salvos).” Ef. 2:4-5

Gocémonos en saber que nuestro todopoderoso e infinito Dios, nos ha rodeado de su amor y de su gracia, dando a nuestras vidas la inmerecida bendición de Su compañía.