El nombre de DiosMuestra

Torre fuerte

Nunca olvidaré la vez que estuve de pie tras las murallas de Masada. Al occidente del mar Muerto, Masada es una antigua fortaleza construida sobre una pequeña meseta, rodeada de empinados desniveles. Cuando el ejército romano derrocó ciudades y pueblos judíos, los rebeldes judíos huyeron a Masada, la fortaleza invulnerable. Arriba en esa torre estaban a salvo.

¿Y tú? ¿A dónde vas cuando las murallas de tu vida se derrumban? Cuando un amigo no te perdona, cuando el cirujano no puede garantizar que la cirugía va a funcionar, cuando no puedes resucitar a tu esposo de entre los muertos, cuando te sientes como un fracasado sin esperanza, cuando la vida marcha como un ejército y amenaza con matar tu paz y encarcelar tu felicidad, ¿hacia dónde corres?

¡Hacia el nombre de Dios! Proverbios dice: «El nombre del Señor es una fortaleza al que el justo acude en busca de ayuda» (18:10). Al igual que Masada, hay un refugio hacia el que puedes correr. Hay una torre tan fuerte y tan alta que los enemigos más feroces no pueden entrar. Jesucristo derramó su sangre para que la puerta de esa torre siempre estuviera abierta para ti. Al lavar tus pecados, Él garantizó que el nombre de Dios fuera una fuente de consuelo y seguridad, una fortaleza poderosa para ayudar a liberarte de toda necesidad.

Masada, si no lo sabe, no era tan sólida como pensaban los rebeldes. Los romanos encontraron la manera de entrar. Pero no pasa lo mismo con el nombre de Dios. Esa torre siempre lo mantendrá a salvo. Entonces, corre hacia Él. Corre hacia Dios.