Healer: Un Devocional De 7 Días Con Casting CrownsMuestra

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues, así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo. Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y, si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que, así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo.

2 Corintios 1:3-7

Todos estábamos sufriendo. Era mediados de 2020. La pandemia mundial de COVID-19 se intensificó, la política en torno a ella también se intensificó, y las campañas electorales presidenciales [estadounidenses] aún más. Recuerdo ver todo el dolor a mi alrededor, todo el dolor en mi familia. Recuerdo el dolor que había en mí. Nos encerraron en nuestras casas y nos mintieron sobre lo que todos pensaban, porque todos contábamos con las pequeñas pantallas en nuestras manos que nos daban las versiones mundiales de la verdad. Teníamos enemigos invisibles en nuestras cabezas. En lugar de tener conversaciones con la gente, discutíamos, y la situación por todos lados empeoró. Todo parecía tan doloroso. Además de eso, todos nos sentíamos solos. Todo parecía tan oscuro. Recuerdo haber pensado que ningún nuevo presidente en la tierra podría arreglar esto.

Pero muchas personas actuaron como si pensaran lo contrario. Todos teníamos nuestras propias ideas sobre lo que nuestro país y nuestro mundo necesitaban. Deshacernos de la fuerza policial iba a arreglarlo. Ya no tener gobierno lo arreglaría. Las personas haciendo lo que quisieran, a través de cualquier estilo de vida que quisieran, iba a arreglarlo. Si eliminamos todas las reglas, eso lo arreglaría. Si desechamos todo lo que podamos, incluso lo que se asemeje a un Dios que nos dice qué hacer, la libertad misma lo arreglará. Sin embargo, ninguna de las ideas ayudó. Nada de eso está ayudando ahora.

En medio de todo el caos, mientras atravesaba las luchas en mi propio corazón y mente, comencé a escribir la letra de una canción llamada Healer (Sanador). Tuve que recordarme una verdad fundamental en la que ninguna circunstancia puede influir:

No hay herida que mi Jesús no pueda sanar.

Surgieron pensamientos que burbujearon en varias canciones. Es como si el Señor pusiera música a lo que quería que escuchara, personalmente, primero. Me recordó que estamos aquí para consolar a otros con el consuelo con el que hemos sido consolados. Puedo ver el dolor en los demás porque he tenido el mismo dolor. Aquí está el consuelo de hoy: no tienes que esconderte en tu dolor, porque todos hemos sido lastimados. Y, querido amigo, la sanidad no viene de la clandestinidad.

La Palabra de Dios ofrece la mejor forma de consuelo: Dios te ama y no se deja influir por estos tiempos difíciles. Como dice en 1 Juan, los niños pequeños se aman unos a otros.