Ayuno Y Oración - ¿Por Qué Y Cómo?Muestra

Jesús Es Nuestro Ejemplo Perfecto.

Hoy, voy a hablarle acerca de un tema que muy pocos disfrutan mencionar… ¡el ayuno! Por años, equivocadamente he creído que con seguridad era bueno para otros pero no para mí. ¡Hasta tenía una excusa médica para no ayunar!

Hay muchos héroes de la fe que ayunaron de diferentes maneras (el ayuno de Esther, el de Daniel, el de Elías, etc.). Para mí, Jesús es el ejemplo perfecto cuando se trata del ayuno.

Leemos en la Biblia en Lucas 4:1-2, “Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del río Jordán y fue guiado por el Espíritu en el desierto, donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre”.

Después de que Él fuera bautizado en aguas por Juan el Bautista, Jesús estaba “lleno del Espíritu Santo”. Sin embargo, es sólo después de que hubiera ayunado en el desierto por 40 días que Él fue “lleno del poder del Espíritu Santo” (verso 14), ¡lo cual es mayor y más emocionante!

Jesús tenía el hábito de la oración, de ir a un lugar especial a buscar a Su Padre. A Él le encantaba el Monte de los Olivos, por ejemplo.

¿Cuál es su lugar especial, su refugio, donde usted se toma el tiempo para estar con su Padre?

La palabra griega para “hábito” es “ethos”, la cual puede ser traducida como “rito, ritual, costumbre”.

Jesús ha instaurado buenos hábitos en Su vida espiritual: por la mañana, mientras los discípulos a menudo estaban aún durmiendo, Él oraba solo. Él recibía la fuerza para enfrentar el día entero en el cual Él sanaría a muchos enfermos, enseñaría, permanecería firme ante los fariseos, etc.

Nuestro espíritu, alma y cuerpo están íntimamente conectados, y aprender a disciplinar nuestro cuerpo a través del ayuno tendrá un efecto en la disciplina de nuestras almas.

Por cierto, ¿acaso la palabra “disciplina” no deriva de la palabra “discípulo”? Si somos discípulos de Cristo, ¡entonces vamos a seguir Su ejemplo!

Cuando ayunamos para buscar al Señor, Su fortaleza se perfecciona en nuestra debilidad. Cuando ayunamos, nos sentimos más débiles pero estamos permitiendo que la gracia de Dios sea revelada. Nuestras almas se fortalecen, y el Señor nos ayuda a entrar a una dimensión más elevada de revelación y gloria. ¿Qué le parece si comienza ayunando una comida o un día? Así como Tiffany me escribió, “Ayuné por primera vez gracias a ‘Un milagro Cada Día’, y, por primera vez, sentí que Dios me estaba hablando”.

¡Gracias por existir!

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