La vida de un líder de alabanzaMuestra

Transformados, no amoldados

Todos los días tomamos decisiones. Cada una, tiene su propia ruta. ¿Cuál opción eliges: el camino más atractivo, pero torcido, o el camino que se ve sencillo y derecho?

Debemos optar por un camino que dirija nuestras vidas. En ocasiones, cuando miramos a nuestro alrededor, pareciera que hemos perdido la dirección. ¿Cómo regresamos al camino correcto, cuando el camino sigue y sabemos que no hay marcha atrás? Ahí debemos descansar en la misericordia y el amor de Dios: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Tal vez todos a tu alrededor sigan el mismo camino: el que se ve mejor y más interesante por su forma, pero que conduce a la muerte (Proverbios 12:28). El camino que conduce a la eternidad nos invita a dejar el camino fácil y andar con inteligencia (Proverbios 9:6).

¿Qué tiene que ver todo esto con la adoración? ¿Qué significado tiene esta enseñanza para la vida?

Cuando estamos en medio del camino, hay una batalla de preguntas y decisiones contra nuestro espíritu. Al final, gana donde realmente está nuestra adoración, cómo vivimos y en dónde encontramos satisfacción. Los dos caminos que encontramos tienen dos nombres: el de molde y el de transformación.

Donde te amoldas se refiere que “te conviertes en algo o alguien”, o que te comportas de una forma simple, sin cuestionarte, o que prevalecen las opiniones de los demás. La iglesia ha caído en este camino cuando no permanece en Dios. Pensamos que nos puede brindar una mejor vida, alabanza o satisfacción, pero no es así.

Donde te transformas se refiere a “cambiar tu condición, naturaleza, carácter o personalidad”. A Dios no le interesa en donde has estado, pero sí le importa en donde estás y hacia adónde vas. Amoldarse tiene que ver con un comportamiento y transformarse se trata del carácter. Dios desea cambiar ambos. Por eso es un solo camino, un hombre, nuestro Señor Jesucristo.

A esto se refería Pablo cuando dijo que no nos conformemos a los deseos del mundo, recordando que Él vendrá por Su iglesia. Así como el mundo se aferra a ser atractivo para nuestros ojos, nosotros debemos mantenernos en vivir de un modo diferente. Dejando que Dios renueve nuestras mentes es cómo transformamos nuestras actitudes. Se logra disminuyendo nuestros hábitos y remplazándolos por la misericordia de Dios. Para llamarle Señor Jesucristo, debemos actuar como Él, convertirnos en seguidores de Cristo. Debemos mostrarnos siervos como Él es Siervo.

Esto no solo transforma nuestro estilo de vida, sino también nuestra forma de alabarle. Si nuestra forma de vivir y alabar cambia, la forma de servir también cambia por la pureza de corazón.

Si escogemos una mejor forma de vivir, ¿qué tan diferente y hermosa será nuestra música? ¿Qué tan mejorada será si como líderes andamos en luz y avanzamos con pasos firmes? ¿Qué tan asombrosos serán los resultados en el mundo por una entrega sincera si actuamos más como Cristo y menos como los patrones que tiene la iglesia?

Empieza este día en el camino correcto. Pídele a Dios que te guarde del enemigo y la tentación. Busca a Dios y pídele sabiduría para tu jornada. Entrégale tu vida por completo a Él y admira como transforma el rumbo de tu vida. Él verdaderamente suple todas nuestras necesidades para guardarnos de correr hacia el pecado.

Antes de que cambie nuestra forma de alabar, nuestra manera de vivir debe cambiar. No inicia en la iglesia, inicia contigo y conmigo. Nuestros corazones deben ser quebrantados para testificar de la Salvación.

Este es un acto espiritual de alabanza: ofrecer nuestras vidas en sacrificio y ser transformados por medio de la renovación de nuestras mentes para conocer Su buena, agradable y perfecta voluntad (Romanos 12:1-2).