Padre nuestro que estás en los cielosMuestra

Padre nuestro que estás en los cielos

Accidentalmente dejé a mi papá muy mal parado el otro día. Estaba tratando de contar una historia ficticia en primera persona sobre un tipo con un padre malo, así que dije: «Nunca tuve un padre que fuera amoroso. . .». La iglesia quedó en un incómodo silencio. Pensaron que estaba hablando de mi propio padre. Peor aún, ¡mi papá asiste a nuestra iglesia!

Por la gracia de Dios, tuve (y sigo teniendo) un muy buen padre. Él viajaba larguísimas distancias para verme jugar al fútbol. Me apoyó en el deseo de ser ministro incluso antes de que él asistiera a la iglesia periódicamente. Y es un abuelo maravilloso para mis hijas.

Pero sé que no todo el mundo tiene un padre así. Tal vez, tu padre era exigente y brusco. Tal vez se avergonzaba de ti. Tal vez, era un hipócrita que iba a la iglesia, y cuando llegaba a casa lastimaba a tu mamá. Tal vez, apareció para tu concepción y luego desapareció durante el resto de tu vida.

Si es así, quiero presentarles una oración que Jesús enseñó. Comienza con «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mateo 6:9). Me encantan esas tres últimas palabras: en los cielos. Nuestro Dios no es un padre terrenal ni un hombre imperfecto y pecador que nos falla dejando cicatrices. No, Dios es un padre que está en el cielo, donde el pecado no puede existir. Él es santo. Es imposible que incumpla una promesa.

Haga con frecuencia esa oración. Pronuncie esas palabras lentamente. Tener un padre excelente puede cambiar su vida de forma muy poderosa. Afortunadamente, usted lo tiene. Porque Él no es solo nuestro padre. Él es nuestro padre que está en los cielos.