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DÍA 4: APOCALIPSIS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Al llegar al Nuevo Testamento, los autores de los Evangelios presentan a Jesús como la encarnación del Cielo y de la Tierra unidos, el verdadero hijo de Adán, la imagen real sacerdotal de Dios que comparte la identidad de Yahvé y está lleno de sabiduría divina.

En el Nuevo Testamento, el término griego apokalupto, al igual que la palabra hebrea gala, quiere decir "revelar o dejar al descubierto", y suele traducirse de esa forma.

Después de leer algunos pasajes de las narraciones del Evangelio, también echaremos un vistazo al apocalipsis transformacional del apóstol Pablo que se encuentra en el libro de Hechos. En el camino a Damasco, la verdadera naturaleza de Jesús fue "apocalipzada", o, sea, revelada a Pablo, y este acontecimiento sentó la base del libro de Efesios.

En Efesios, Pablo sintetiza el acontecimiento apocalíptico más importante de la historia: la vida, muerte, resurrección y el regalo del Espíritu de Jesús para traer la nueva creación justo aquí, al mundo actual. Pablo desea que su audiencia comprenda la naturaleza del apocalipsis de Jesús y aprenda a responder ante él.

Recuerda que en la cosmovisión bíblica, el Cielo y la Tierra son realidades distintas pero no separadas. Pueden superponerse en un espacio dado (por ejemplo, en el templo o en el camino de Damasco). Esta superposición resulta invisible o inadvertida para la mayoría de los seres humanos, pero en el apocalipsis bíblico, lo que no se ve se hace visible: lo invisible se vuelve visible. El vínculo entre el Cielo y la Tierra se vuelve entonces visible para la persona que experimenta el apocalipsis.

El apocalipsis de la carta a los Efesios implica una revelación de la reconciliación de todas las cosas a través de Jesús, así como la entronización de los humanos con el Mesías.