Estás aquí

Los problemas que enfrentamos muchas veces debilitan nuestra fe, que como Hebreos 11:1 describe “...es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".

En cierto modo, estas situaciones son como tormentas que nos llevan a quitar nuestra mirada de Jesús, y nos hacen pensar que Jesús se ha alejado de nuestra barca.

En una ocasión los discípulos estaban navegando, y vieron a Jesús caminar sobre las aguas, y luego Pedro le preguntó: si eres Jesús permite que yo vaya donde ti, y Jesús le dijo ven. De inmediato, Pedro empieza a caminar sobre las aguas, algo ¡Increíble!, luego empieza la tormenta a aumentar y llegan los vientos contrarios; y Pedro que venía caminando hacia Jesús, quitó su mirada de Él, miró a su alrededor y empezó a hundirse. Y Pedro comenzó a clamar por socorro a Jesús, quien con todo su amor lo rescató, y le dijo: hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?

Asimismo, nosotros en ocasiones reaccionamos como Pedro. Empezamos a dar pasos de fe bajo esa palabra que Dios nos dijo: “Ven”; ya sea iniciando un ministerio, emprendiendo un negocio, o haciendo algún tipo de proyecto.

Entonces, comenzamos a caminar en fe, pero apenas llega la tormenta a nuestras vidas, desviamos nuestra mirada de Jesús, y se nos olvida que Jesús no se ha movido de enfrente de nosotros, pero dudamos y empezamos a hundirnos en medio de la tormenta, porque quitamos nuestra mirada en Él.

En alguna ocasión las tormentas se pueden reflejar en familiares que se levantan contra nosotros; o personas que amamos que no creen en lo que Dios nos dijo. Tal vez no sentimos el apoyo de amigos, o las puertas que pensábamos que teníamos abiertas se cierran … y al ver todas esas tormentas en nuestras vidas, en muchas ocasiones se nos olvida esa palabra que Jesús nos dijo: “Ven”, porque aunque no lo veamos, Él no se ha movido.

Él solamente nos manda a esforzarnos, ser valientes, y avanzar sin temor porque Él estará con nosotros, como dice Su palabra, hasta el fin del mundo.

Reflexionemos juntos

A lo largo de nuestra vida vamos a enfrentarnos a diferentes tormentas. Sin embargo, a pesar de la situación que estés atravesando, o la tormenta donde te encuentres, no pierdas la fe: Jesús está aquí.