Tu amor me rescató

En muchas ocasiones pasamos por situaciones tan difíciles que sentimos que no hay solución, que no hay salida. Sentimos que el proceso que estamos atravesando nos consume y que poco a poco va destruyendo nuestra fe, haciendo que lo único que veamos a nuestro alrededor sea tinieblas.

Hace unos años atrás al dar a luz a mi hija, enfrenté uno de los procesos más difíciles que he experimentado y fue la depresión postpartum. Fue muy angustiante porque cuando miraba a mi hija recién nacida no veía lo que otros podían ver: una bebe hermosa y sonriente, sino que veía a mi hija muerta, sangrando y sin vida.

Fueron unos ataques espirituales donde podía escuchar varias voces de parte del enemigo que me decía que me quitara la vida porque sino no lo hacía terminaría quitándole la vida a mi esposo y a mi hija. Y día tras día, por un periodo de casi 6 meses, estuve batallando con esos ataques.

Fue una depresión tan fuerte que por un momento pensé que no lograría salir de ese proceso viva. Y cuando digo esto, lo digo literalmente. La depresión empezó a consumirme quitándome la alegría, la paz y la felicidad de ser madre y esposa de una hermosa familia. ¡Fueron muchos días y noches de sufrimiento!

Quizás tú, que estás leyendo este plan, estás pasando por lo mismo, o puede ser que estés viviendo algo totalmente diferente que la depresión, pero igual que yo sientes que tu problema no tiene solución.

Pero todo cambió justo un día que me encontraba sin esperanzas, y decidí correr a los brazos del Padre ¡y clamar a Dios!. Cuando sentía que ya no podía más, derramé mis cargas ante Él en fe porque entendí que es el único que podía rescatarme del abismo donde me encontraba.

Por medio de la fe en Dios, tal como hizo la mujer del flujo de sangre, que con solo tocar el borde del manto de Jesús fue sanada, así mismo fui sanada. Encontré libertad a través de Su amor y misericordia.

Reflexionemos juntos:

El amor de Dios siempre ilumina nuestros caminos cuando no sabemos a dónde ir. Su amor es siempre fiel, y jamás nos abandona aunque no sintamos Su presencia. ¡El amor de Dios sana y rescata! Te invitamos a que independientemente del proceso que enfrentes, puedas correr a Dios, clamarle y confiar en Su voluntad.