Capítulo 2: El gigante en mi pasado.

Mateo 6:1-2

Muchas veces vivimos la vida esperando que esté llena de momentos ideales. Si no tenemos cuidado, podemos poner esos momentos, las comodidades y apariencias en el trono de nuestras vidas, trono que sólo le pertenece a Jesús. Sin darnos cuenta, tenemos “gigantes” muy sutiles que hemos estado arrastrando toda nuestra vida y no nos permiten vivir la voluntad de Dios plenamente.

1. El gigante de mi apariencia.

¿Tu vida se trata de apariencia o transparencia? Si no tenemos cuidado podemos terminar siendo nubes enormes, pero sin agua. ¿Te estás enfocando más en Su gracia o en tus obras? Nuestro cristianismo no se trata de nuestras acciones, sino de nuestras motivaciones. Reflexionemos sobre el porqué hacemos las cosas, ya que es la motivación que determina la recompensa.

2 Samuel 11: 1-4

2. El gigante de mi ego.

Todos recordamos al David quien mató a Goliat, pero pocos recordamos al David quien mató a Urías. Son estos gigantes sutiles como el ego que pueden hacernos cometer acciones alejadas del propósito de Dios. Sin embargo, aunque David fue influenciado por su ego, su historia es contada como la de un hombre con el corazón de Dios, porque Él puede transformar nuestro ego en humildad.

3. El gigante de la falsa humildad.

Humildad no es pensar menos DE ti, es pensar menos EN ti. Para vivir una vida de verdadera humildad tenemos que dejar de depender de nosotros mismos y empezar a depender en Dios y su gracia.

1 Samuel 17: 28-46

A David lo habían descalificado y menospreciado por su pasado, sin embargo logró vencer a Goliat con ayuda de Dios. Si vamos a vencer los gigantes de nuestro pasado y sanar nuestras heridas va a ser con la ayuda y gracia de Dios. La historia de David nos enseña que Dios puede vencer aquellos gigantes de nuestro pasado que nos descalifican para darnos un futuro lleno de esperanza.