Capítulo 1: Herido, pero no muerto.

¿Te ha pasado que sientes que lo que Dios está haciendo en tu vida es más de lo mismo? Te acostumbras a las bendiciones que ya te ha dado y sientes una enorme sensación de indiferencia. Muchas veces creemos estar bien, pero en el fondo estamos pasando por una etapa como esta, creemos estar sanos, pero sólo estamos ignorando esas heridas internas que no hemos dejado sanar. Aun así, tenemos esperanza en Jesús, pues Él puede sanar todo aquello que necesita ser sanado de raíz y hacernos nuevas personas.

Salmo 103: 1-5

1. Una herida ignorada se puede convertir en una herida infectada.

Como cristianos somos llamados a no ignorar nuestras heridas, pues si las ignoramos terminamos dañándonos a nosotros y a los que nos rodean. Una herida infectada flaquea nuestras fuerzas y espíritu. (Salmo 32:3-4)

2. Dios nos llama a ser transparentes, no perfectos.

Un cristiano perfecto impresiona, pero un cristiano transparente influencia. No se trata de aparentar que tenemos todo bajo control, sino de ser genuinos con nuestra vida y utilizar nuestras heridas como testimonio de la gracia de Dios.

3. Todo sufrimiento se puede sobrellevar cuando es Jesús quien camina con nosotros.

Muchas veces nuestro dolor es un milagro en proceso, porque aunque Dios no provoca todo, sí utiliza todo para nuestro bien. Jesús nunca nos prometió una vida sin dolor, al contrario, nos afirmó que pasaremos por dolor en esta vida, pero a su lado ese dolor se convierte en una plataforma para influenciar y ser un cristiano transparente.

Para sanar, similar a las águilas, tenemos que ir al ojo de la tormenta. La buena noticia es que Jesús promete estar con nosotros en medio de la tormenta, y Él no sólo nos acompaña, sino que nos sana y nos permite utilizar esas heridas sanadas para influenciar y dar testimonio de su gracia. Si estás herido, si sientes que tus heridas han sido ignoradas o tú mismo has ignorado tus heridas, recuerda que el lugar más seguro en el que puedes estar es a lado de Jesús. Recuerda, aunque estés herido, no estás muerto, en Cristo siempre hay vida.