¡Soy campeón sobre el pecado gracias al sacrificio de Jesús!

Antes que Jesús viniera a la tierra, los que seguían a Dios construyeron un tabernáculo en el que le daban animales como sacrificio. La Biblia explica en Hebreos 9:16-17 la necesidad de hacer los sacrificios de esa manera.

Actualmente, si alguna persona tiene un testamento, debe morir primero para que el testamento entre en vigencia. Eso quiere decir que los beneficiarios del mismo no pueden recibir ninguna ganancia o bien mientras el autor esté vivo.

Regresando a los tiempos antiguos, los animales fueron sacrificados para que las personas recibieran el beneficio del perdón. Pero Jesús, el hijo de Dios, vino a la tierra, llevó una vida perfecta y se sacrificó para otorgarle a la humanidad el perdón permanente. ¿Qué mejor sacrificio para activar los beneficios que Dios nos quiere dar que la muerte de Su único hijo?

Hebreos 9:14 lo dice perfectamente así (NTV): “Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados”.

Jesucristo canceló el primer pacto que Dios había hecho con Su pueblo en la antigüedad. ¡Ahora, por la sangre sacrificada de Cristo, podemos entrar con confianza en relación con Dios! ¡Mi conciencia culpable, mi cuerpo sucio y mis acciones pecaminosas han sido lavados con la sangre de Cristo y he recibido perdón! No es tiempo de mirar atrás y sentirnos culpables por nuestros pecados del pasado.

¿No es Dios digno de nuestra confianza? Si Él es digno de confianza, debemos creerle cuando dice que podemos entrar con valentía al Lugar Santísimo en el cielo. Él abrió un camino para estar junto a nosotros. ¡Somos campeones sobre el pecado por la sangre de Jesús!