[Sigue caminando] Perseverancia en la crianza de los hijos Muestra

La crianza comienza con los padres

Es muy fácil hablar de crianza cuando no eres padre. El conde de Rochester, poeta y buen amigo del rey Carlos II, dijo una vez: «Antes de casarme tenía seis teorías sobre la crianza de los hijos; ahora tengo seis hijos y ninguna teoría». Entonces, la crianza de los hijos es fácil cuando no eres padre, pero cuando te conviertes en uno y comienzas a criar hijos, las cosas se ponen un poco más difíciles.

Algo que necesitamos entender es que su crianza comienza con nuestra relación con Dios el Padre. Nuestra relación con Dios es un buen determinante de nuestro desempeño como padres y un buen recurso para nosotros como padres.

Dice en la Biblia que debemos hablar con el Señor con un poco de nuestro corazón, alma y fuerza. En la antigüedad, se creía que el corazón era la parte racional de la humanidad, como lo es la mente para nosotros hoy en día, la parte que toma decisiones. El alma es la parte intocable, invisible de un individuo, de nuestras sensibilidades, de lo que somos por dentro. Y nuestra fuerza es nuestro lado físico, nuestras capacidades, lo que somos capaces de hacer. Cuando amamos a Dios con nuestros corazones, lo amamos con nuestras emociones, nuestra determinación, nuestra mente, nuestro intelecto. Tomamos la decisión de amarlo. 

Lo más grande que podemos hacer como padres es enamorarnos de Dios. Cuanto más enamorados estemos del Padre, mayor será el recurso que él nos proporciona como padres. Tenemos la oportunidad de influir en nuestros hijos para el Señor. Sin embargo, hay buenos padres que tienen malos hijos y malos padres que tienen buenos hijos. Hay muchas cosas que hacemos bien y muchas que hacemos mal, aunque hacemos lo mejor que podemos. No tenemos que hacerlo todo bien. No hay necesidad de sentir culpa cuando no somos perfectos como padres, abuelos o tutores, etc.

Asumir la responsabilidad de su crianza no significa que todo esté en nosotros como padres. Dios nos ama, él nos perdona, él quiere enseñarnos de nuestros errores y de lo que hacemos bien. Dios quiere que nuestro recurso sea bueno para que seamos buenos padres.