La Aflicción Es Un Filtro De DiosMuestra

¿Qué Sale De Nosotros?

Tenemos claro que cuando pasamos por aflicción es cuando más alertas debemos permanecer. El enemigo no desaprovechará la oportunidad de atacarnos en esos momentos de aflicción y es cuando también nuestra carne puede empezar a levantarse en contra de los propósitos por los cuales Dios ha permitido que pasemos por ese valle de sombra. 

Examinemos bien que es lo que pensamos en esos tiempos sombríos, que es lo que sale de nosotros cuando pasamos por momentos de aflicción, que sale de nuestro corazón, de nuestra mente y de nuestra boca, como nos comportamos, en que nos deleitamos, que es lo que contemplamos: el dolor, las necesidades, el temor, los malos pensamientos, los dardos del enemigo, nuestras emociones, lo que creemos nos falta, nuestros deseos; etc. o por el contrario, nos refugiamos en la presencia del Señor, en Su Palabra, en Sus Promesas, en el Vencedor "Cristo Jesús"; nos dedicamos a Él manifestando con nuestra actitud obediencia a Su voluntad, aceptando con gratitud, con gozo y con humildad todo lo que estamos viviendo, así no sea tan agradable.

Filtrémonos nosotros también en esos tiempos de aflicción, saquemos todo lo que no agrada a Dios de nosotros en esos momentos difíciles que atravesamos; purifiquemos nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones. Qué tanto amamos a Dios, demostrémoslo en esos momentos, démosle la gloria aún en medio del sufrimiento y hagamos como hizo Cristo cuando estaba muriendo por nosotros; Él en ningún momento se quejó, no reprochó, no reclamó nada, no se rindió. Solo obedeció, se sometió absolutamente a la voluntad del Padre, a pesar del sufrimiento, con la anotación de que Su sufrimiento fue cargado por culpas y responsabilidades ajenas, las nuestras.

Que tan malo sería sufrir entonces si es por causa de Cristo, si es para que podamos morir y podamos ser transformados conforme Dios lo ha determinado para nosotros. Somos Sus hijos, vamos a ser tratados como hijos y vamos a ser perfeccionados como hijos. Esa es la realidad de todo cristiano, así que, es mejor aceptar con mansedumbre todo lo que quiere que vivamos porque es de esa manera en que podemos experimentar que Cristo Jesús se glorifique en nosotros. Es lo que tanto oramos, cantamos y clamamos, entonces por que nos vamos a quejar, por que nos vamos a amedrentar, por que vamos a desear en algún momento retroceder. Somos hijos de Dios, no hay nada que pueda librarnos del trato por el que tenemos que pasar por Su voluntad para ser perfeccionados y transformados como Él lo ha determinado.