Sobre El AmorMuestra

El amor es paciente

¿Has orado alguna vez para tener paciencia? O quizás has orado para ser audaz. A menudo, cuando oramos por estas cosas, estamos pidiendo a Dios que elimine las circunstancias que acaban con nuestra paciencia. Queremos ser lo suficientemente pacientes como para que nada nos irrite, lo que en realidad es algo imposible. 

El verdadero amor es una elección. La paciencia se practica siempre que se presenta un factor irritante. Hay momentos en la vida en los que no tenemos ganas de ser pacientes. Al contrario, nos irritamos, nos impacientamos y a veces incluso queremos gritar de frustración. Es entonces cuando debemos elegir. Elegir la paciencia es elegir el amor. Lo mismo ocurre cuando oramos por la audacia. La audacia no es una ausencia de valor o una falta de coraje. Para ser audaces, tenemos que tener miedo. El miedo es un componente necesario de la valentía.

La próxima vez que te sientas impaciente, recuérdate a ti mismo que Dios concede tus oraciones por paciencia poniéndote en situaciones que requieren paciencia. Dios pone un factor de fastidio ante ti para que elijas amar. Las circunstancias son tu oportunidad. 

El poder de elegir el amor viene del Amor mismo. Dios es Amor. Cuando elegimos el amor, desatamos su Espíritu para que fluya a través de nosotros hacia los demás. Es solo a través de la ayuda y guía de Dios que podemos tomar decisiones apropiadas. Pero tomar decisiones adecuadas requiere la oportunidad de hacerlo. Es como si fuéramos actores en una obra de teatro y necesitáramos una escena. 

La trascendencia es el poder de vivir por encima de nuestras circunstancias. No necesitamos evitarlas para vivir una vida fructífera. Tenemos que aprovechar al máximo las oportunidades que se nos brindan. 

En Efesios, Pablo ruega a la Iglesia que viva de forma digna, como hijos de Dios. Vivir eligiendo la humildad y la paciencia, y amándose unos a otros. Al permitir que el Espíritu de Dios haga eso en nuestros corazones, podemos vivir en paz con los demás. 

Podemos dar las gracias a nuestro Padre por habernos dado su Espíritu, que nos ayuda a vivir una vida fructífera. Es el amor de Dios el que encarnamos aquí en la Tierra para que otros puedan conocerlo. Recordemos, en los momentos de impaciencia, que el amor es una elección y que, por tanto, podemos elegir amar.