Despierta a La Voluntad De Dios Para Tu VidaMuestra

Ubícate en tu tierra de gigantes

En 2 Samuel 23 leemos acerca de los “hombres fuertes” de David, un pequeño ejército de guerreros extraordinariamente hábiles. No era un gran ejército, pero era un ejército duro, como una unidad de fuerzas especiales altamente entrenada. Eran asombrosamente certeros con sus armas. De hecho, la Biblia dice que podían darle a un cabello con sus hondas, ¡usando la mano izquierda! (Ver 1 Crónicas 12:2). El capítulo continúa describiendo en mayor detalle las hazañas de un pequeño grupo dentro de ese grupo, ¡que eran los mejores de los mejores de los mejores!

 Estos hombres eran como superhéroes de la vida real que hacían parecer a Rambo una niña exploradora. Uno de estos hombres era Adino. “… mató a ochocientos hombres en una ocasión” (2 Samuel 23:8). “Abisai… alzó su lanza contra trescientos, a quienes mató” (v. 18). Benaía, hijo de Joiada “mató a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató a un león en medio de un foso cuando estaba nevando. También mató él a un egipcio, hombre de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en su mano, pero descendió contra él con un palo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su propia lanza” (vv. 20–21). Pero mi favorito de los hombres fuertes de David es Sama.

 “El siguiente en rango era Sama, hijo de Age, de Arar. Cierta vez los filisteos se reunieron en Lehi y atacaron a los israelitas en un campo lleno de lentejas. El ejército israelita huyó, pero Sama no cedió terreno en medio del campo e hizo retroceder a los filisteos. Así que el Señor le dio una gran victoria” (2 Samuel 23:11–12, NTV)

 Algunos eruditos creen que Sama, mencionado en 2 Samuel, podría ser el mismo hombre a quien Jueces 3:31 llama Samgar, quien mató a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes. De cualquier manera, una cosa está clara: Sama obtuvo una abrumadora victoria contra todo pronóstico, y gracias a su coraje y su valentía, Dios le dio un gran triunfo a Israel. Consideremos su historia.

Era un día ordinario en Israel. Las personas estaban ocupadas en sus cosas como de costumbre. En los suburbios de la ciudad, en algún campo remoto, un grupo de labradores recogían una escasa cosecha de guisantes. De repente, una sombra cayó sobre ese terreno de guisantes desde las colinas cuando aparecieron tras ellas cientos de soldados filisteos, completamente equipados para la batalla. El miedo se apoderó de los corazones de todo el pueblo. Estos labradores eran simples campesinos, armados solo con palas, azadas, y otras herramientas de labranza. Sabían que no tenían probabilidad alguna de ganar contra un ejército profesional. Quedarse en ese campo significaría casi una muerte segura. Miraron a su terreno de guisantes situado en un lugar insignificante, y se dieron cuenta de que no valía la pena arriesgar sus vidas para defender esa tierra. Soltaron sus herramientas de labranza y huyeron para salvar sus vidas.

 Este habría sido el final de la historia, pero desgraciadamente para los filisteos, había un hombre en el campo ese día que no era solo un campesino o un labrador, sino un guerrero. Era uno de los “hombres fuertes” de David. Sama era quizá uno de los mejores guerreros que haya vivido nunca, y esta iba a ser su batalla más gloriosa. De la historia de Sama me gustaría darte tres palabras de sabiduría que creo que te ayudarán a permanecer en la voluntad de Dios. Su historia revela tres cualidades que creo que no son negociables si de verdad quieres cumplir la voluntad de Dios para tu vida: integridad, enfoque y perseverancia.

A través del Espíritu Santo somos equipados para vivir vidas fructíferas y eficaces, logrando hacer todo lo que Dios nos tiene preparado. El diablo no es rival para el Espíritu que vive dentro de nosotros. Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. El enemigo tiene un arma secreta: la distracción. Si el diablo no puede detenernos, intentará hacernos descarrillar con una distracción tras otra. El diablo sabe algo que a nosotros a menudo se nos olvida: estamos en una carrera contra reloj. Cada minuto que nos distraemos de lo que Dios nos ha llamado a hacer es un minuto más cerca del final de la pelea. El diablo incluso usará cosas “buenas” como distracciones si puede, para impedir que hagamos las mejores cosas que Dios nos tiene preparadas.

 En Santiago 4:14 nuestras vidas se describen como “una neblina, que aparece durante un tiempo, y después desaparece”. No hay horas suficientes en el día para hacer todo. No hay años suficientes en tu vida para vivir para todo. No hay sangre suficiente en tus venas para sangrar por todo. Por eso es tan importante que escojas tus batallas sabiamente, que no te distraigas y sacrifiques lo “mejor” sobre el altar de lo que es “bueno”.

 En 1 Corintios 9:24 Pablo nos anima a correr la carrera de nuestras vidas “para ganar” (NTV). Una persona que está corriendo para ganar fija sus ojos en la línea de meta y va por ella con toda su fuerza. Una persona que está corriendo para ganar ha tomado la decisión de dejar todo lo demás por causa del premio.

Reinhard Bonnke una vez me contó la historia de cómo un periódico había difundido mentiras malvadas acerca de él. Sus amigos, celosos de su reputación, le urgieron a responder. Pero cuando oró, el Señor le habló y dijo: “Tú eres mi obrero de la cosecha. No detengas la segadora-trilladora, ¡para cazar un ratón!”.

Pablo nos exhorta diciendo: “Evita las necias controversias y genealogías, las discusiones y peleas sobre la ley, porque carecen de provecho y de sentido” (Tito 3:9, NVI). Observa que Pablo no dijo que estas controversias, discusiones y peleas fueran cosas pecaminosas; dijo que eran cosas carentes de provecho y de sentido. Aunque algo no sea necesariamente pecado, aun así puede distraernos de lo que es importante. Por eso Pablo nos estaba exhortando a no distraernos, sino a mantenernos enfocados en lo que es de provecho y tiene sentido.

Hemos estado hablando mucho sobre la voluntad de Dios para tu vida, pero recuerda que el diablo también tiene un plan para ti, y su plan es conseguir que seas ineficaz e infructuoso. A él le encanta que estaciones tu segadora-trilladora para perseguir ratones. Si no puede bloquearte, intentará descarrilarte. Intentará distraerte de tu tarea. Ignóralo. Mantén tus ojos en la recompensa, sigue luchando en medio de tu campo, ¡y corre tu carrera para ganar!

 ¡La batalla es del Señor! Tu parte es no cuestionar, tu parte es obedecer y mantenerte firme en ese campo, hasta que Dios te dé la victoria. Que todos permanezcamos en nuestros respectivos campos. Que no nos encuentren sentados delante del televisor, sino con las botas puestas en medio del campo donde Dios nos tiene. Nunca abandones, nunca retrocedas, ¡nunca te rindas ante el enemigo! Aguanta hasta el final, y Dios te dará la victoria. Se trata del futuro del reino eterno de Dios.