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DÍA 3 DE 5

En todo tiempo

Si hemos conocido a Cristo y su obra salvadora, entonces nuestras vidas le pertenecen. Si no es así, les invito a correr a los pies del Maestro y a pedirle que, por su gracia, sus pecados sean perdonados. No habrá una decisión más importante que debamos tomar que ésta que nos da el privilegio de ser llamados hijos de Dios.

Pero una vez en Cristo, hay otras cosas importantes que debemos considerar, como  el hecho de que  nuestra vida en esta tierra está circunscrita al tiempo y al espacio. 

Y esto es algo que el reloj nos lo recuerda a cada momento. 

Pero aparte de las horas, los minutos y los segundos, quiero que pensemos en las diversas etapas o tiempos de la vida. El rey Salomón nos ayuda llevándonos a meditar en esta diversidad de momentos por los que, de alguna u otra forma, pasamos en la vida. Él nos presenta una lista que nos sirve de referencia para el asunto del tiempo o mejor dicho de los tiempos que se dan cita en nuestras vidas.

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; de matar, de curar; de destruir, y de edificar; de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, tiempo de bailar; de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; de buscar, y tiempo de perder”, etc.  La lista es más larga y probablemente se le quedaron por mencionar otros tiempos que también se asoman a la vida de tiempo en tiempo.

Es evidente que no todo tiempo es bien recibido porque su llegada atenta contra nuestra paz y nuestro confort. No obstante, querámoslo o no, lo tenemos que enfrentar. Por otro lado, tenemos los tiempos que anhelamos y que recibimos con los brazos abiertos porque son tiempos de bendición y de alegría.

Los que somos cristianos por nuestra fe en Jesucristo, debemos saber que, sea tiempo de prueba, de tormenta, de dificultad o de incertidumbre, tenemos la promesa de Dios de que “todo obra para bien de los que le amamos.” Rom. 8:28 Dios está con nosotros en todo tiempo, manifestando su paz y fortaleciendo nuestro ser. ¡Qué bueno! Él es nuestro ayudador cuando tenemos ante nosotros un tiempo de bonanza y de primavera o un tiempo de borrasca y adversidad.

Todo esto me lleva a meditar en un consejo que nos da Salomón en el libro de Eclesiastés. “En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.” 9:8 Esa frase “en todo tiempo” lo abarca todo. Me dice a mí, personalmente, que me ocupe de la santidad de mi vida en todo momento. Es un llamado a la obediencia, a procurar hacer la voluntad de Dios. No habrá ningún tiempo que nos excuse para pecar ni para manchar nuestras vestiduras.

Su consejo nos lleva también a procurar el ungüento de Dios en nuestras vidas para que nunca falte la llenura de su Espíritu Santo en nosotros. Oremos al Señor cada día para que su aceite fresco nos inunde y en todo tiempo, en toda circunstancia que se presente en nuestras vidas, “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.”


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Acerca de este Plan

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Dios no escatimó a su propio Hijo sino que lo entregó por todos nosotros, la mayor evidencia del amor de Dios por la humanidad. Hablando de esa entrega, Pablo hace una importante pregunta, “¿Cómo no nos dará también todas las cosas?” La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Qué son todas las cosas? No sólo las que Él nos da en Cristo sino las que damos nosotros a Él.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage