Cómo aplicar la gracia en el ministerioMuestra

La gracia en la predicación y en la enseñanza

Predicar la Palabra de Dios es un gran privilegio. Enseñar a otros es una responsabilidad. La gracia es necesaria para entenderla, comunicarla claramente y aplicarla con amor. 

Los que predican, enseñan o escriben están en posiciones de influencia. Algunos tendrán la tentación de coaccionar predicando sobre el miedo y la falsa culpa. Decir constantemente a los creyentes que no están haciendo lo suficiente para agradar a Dios es abuso espiritual. Produce una conformidad externa, no una transformación interna. Violamos la gracia de Dios al predicar su aceptación basada en el desempeño y no en la posición de los creyentes como sus hijos.

Un enfoque mejor es ayudar a la gente a entender todo lo que Dios ha hecho por nosotros. La conocida exhortación de Pablo en Romanos 12:1 se basa en todo lo que explicó en los capítulos 1-11. La exhortación en Efesios 4:1 sigue a tres capítulos en los que Pablo habló a sus lectores de sus bendiciones. En Gálatas, la posición se explica en los capítulos 1-4 y la práctica se exhorta en los capítulos 4-6; en Colosenses, el patrón es el 1-2 seguido del 3-4. El autor de Hebreos utiliza un patrón cíclico: a la posición del creyente en Cristo en el capítulo 1 le siguen las advertencias y exhortaciones en los capítulos 2-3, y así sucesivamente.

Podemos aprender a predicar la gracia antes de abordar el comportamiento. Sin embargo, ¿cuántas veces oímos sermones en los que se le dice a la gente que haga más de esto o de aquello? Una amenaza de que Dios no nos favorezca suele acompañar esta predicación; un recordatorio de la recompensa de Dios puede ser añadido al final. Esto no fomenta el cambio motivado por la gratitud a Dios. Es la gracia la que nos capacita. Predicar listas de deberes es más apropiado para vivir bajo la ley que bajo la gracia.

Muestra gracia al defender la verdad. La herejía debe ser condenada enérgicamente. Los insultos, las burlas, los ataques ad hominem y las tergiversaciones no tienen gracia. Ataque a las ideas, no a las personas, pero reconozca que algunas personas son tan peligrosas doctrinal o moralmente que debemos advertir a la gente que se aleje de ellas. A veces puede ser suficiente con corregir suavemente a alguien, como Priscila y Aquila corrigieron a Apolos. No lo condenaron como falso maestro, sino que lo ayudaron a aprender y los tres continuaron en un ministerio fructífero.

La gente se sentirá atraída por aquellos que predican la gracia con gracia. Nunca hables o escribas una palabra que no esté precedida por la oración. Seremos juzgados por Cristo; magnifiquémoslo a él y minimicemos nuestra propia importancia. Busca a Dios para que te de ideas, perspicacia, estudio fructífero, mensajes útiles, el tono correcto, audacia y humildad.