BendecirMuestra

Cada parte de nosotros tiene el propósito de glorificar el nombre de Cristo, no existe nada en nosotros que no debe de dar honra a Dios, y no solo hablo de nuestros pensamientos, emociones, etc. También hablo de nuestro cuerpo. En particular, debido a este plan de estudio, una de las partes físicas de nosotros nos ha sido dada muy en específico para hacer la obra del reino celestial, y esta es: la lengua. 

El profeta Isaías hace una referencia y reflexión sumamente puntual con respecto a nuestra lengua. Aclara de una forma contundente para que nos ha sido dada para hablar bien y para bendecir, sin embargo, te invito a reflexionar no solo en la parte donde nos toca usar la lengua para bendecir a los demás, sino a reflexionar en la lengua de los demás, porque, si bien es cierto, nuestra lengua es una lengua de sabios para la edificación personal y del cuerpo de Cristo, también lo es la lengua de quienes nos rodean, es decir, nuestros oídos deben estar siempre atentos a la bendición que sale de la boca de alguien más. 

Saber recibir aquello que nos llena el espíritu es también un don de Dios, pues simplemente reconocemos y entendemos el valor que tenemos para nuestro Señor, no hacerlo, daría un "mensaje" de que no valoramos que tan importantes fuimos y seremos siempre para Jesús. 

Si como dice la Escritura, tenemos lengua de sabios, hagamos siempre y en todo momento lo que es debido para demostrarlo, hagamos de nuestras palabras un bálsamo al herido, una llave de los cerrojos del cautivo, y por sobre todas las cosas, seamos mensajeros y oidores de cada palabra que sale de la boca de Dios; escuchemos como sabios y no como necios, pronunciemos palabras de vida, siempre de vida y de esperanza, que eso es lo que necesitamos tú y yo en este momento, y de la misma forma el mundo entero.