El Valor De Lo PocoMuestra
Multiplicar
Cuando Dios actúa haciendo de lo menos más, no podemos menos que asombrarnos y adorarle. Su poder transformador es el que puede llevar al creyente de gloria en gloria, así como hacernos pasar de lo débil a lo fuerte. Realmente, el Señor se complace en multiplicar lo poco para convertirlo en mucho. Por eso, Dios da fuerzas al que no tiene ningunas y nos da mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Is. 40:29
Miremos la experiencia de Abraham, un hombre que fue llamado por Dios cuando aún no tenía hijos. No porque no tuviera esposa o porque no quisiera tenerlos, sino por su edad avanzada y por la esterilidad de su mujer. Pero Dios pone su mirada en él, le hace un llamado y una promesa, “De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar.” Gén. 22:17
Y sucedió, tal como lo prometió. Así lo declaró Nehemías cuando dijo: “Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los llevaste a la tierra de la cual habías dicho a sus padres que habían de entrar a poseerla.” 9:23
Dios multiplica para bendecirnos, proveernos y saciarnos. Lo poco nuestro se hace mucho en las manos del Señor. No olvidemos los cinco panes y los dos peces que poseía un jovencito, y la forma milagrosa en que fueron multiplicados para saciar el hambre de una multitud de más de diez mil personas. Pensémoslo bien, sólo cinco panes y dos peces.
A veces, llegamos ante Dios con las manos vacías, o con muy poco para hacer lo que Él nos ha llamado a hacer. Así le sucedió a Moisés con su problema del habla, al profeta Jeremías con su escasa edad, a David con su honda y sus cinco piedras, a Gedeón con su timidez, y a Pedro con su pobre educación, por dar algunos ejemplos. En toda la escasez que pudieron tener estos hombres, hubo una intervención divina para que pasaran de ser débiles a ser fuertes, de ser incapaces a ser idóneos y competentes para hacer la obra que Dios puso en sus manos.
Nuestro Dios es un multiplicador, se complace en llevarnos del valle a las alturas, del desierto a las grandes corrientes de aguas, de la escasez a la abundancia. Cuánto más amplia sea nuestra visión de Dios más estaremos confiados en su obra multiplicadora en nosotros para gloria de su nombre.
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales.” Ef. 1:18-20
Escrituras
Acerca de este Plan
Normalmente, los seres humanos estamos condicionados a no darle el valor que merecen las cosas pequeñas de la vida. Se nos ha ido llevando a darle importancia a aquello que tiene signos de prestigio y poder. Así se escurren de nuestras manos cosas valiosas que nos bendicen y que en las manos de Dios, son multiplicadas para nuestro bien, y para el de otros que también participan de la bendición.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage