El Tercer ReinoMuestra

Según los eruditos en la materia, para establecer un reino se necesitan 3 elementos; (1) un rey; (2) un pueblo; (3) un territorio. El reconocido teólogo George Ladd define que el reino es la autoridad o la potestad ejercida por un rey. La Biblia presenta a Dios como rey. “Te exaltaré, mi Dios y Rey” (Salmo 145:1). A su vez Jesús proclamó: “El reino de Dios está cerca” (Marcos 1:15). Y habló en repetidas oportunidades acerca del reino en formato de parábolas, al explicar: “El reino de Dios se parece a…” (Marcos 4:26). En fin, el mensaje de la Biblia es claro; el de un reino.

​Pero para entender el reino que fue inaugurado por el Señor Jesucristo, debemos primeramente entrar en conocimiento del Primer Reino. El Primer Reino no es otra cosa que el huerto de Edén, un lugar que muchos lo relacionan con lo paradisíaco. La Biblia dice: “Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén… Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles… del Edén nacía un río que regaba el jardín, y que desde allí se dividía en cuatro ríos menores… donde había oro” (Génesis 2:8-14). En pocas palabras, Edén era un lugar lleno de vitalidad, abundancia, y sobre todo comunión con Dios.

​En todo reino, hay autoridad, y la misma estaba representada en un árbol sobre la que Dios había dicho: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17). La serpiente vino a tentar a Eva con palabras confusas pero persuasivas. Eva cedió su corazón a la tentación, y tomó el fruto y lo comió, y también se lo dio a su esposo para que haga lo mismo.

​La caída del ser humano trajo consigo consecuencias irrevocables. Al no reconocer la autoridad de Dios como rey, fueron echados de Edén, es decir, de su territorio. Se dieron cuenta que estaban desnudos, se escondieron de la presencia de Dios, malditos quedaron todos los animales por causa de su desobediencia, y fueron expulsados del jardín de Edén. De este modo, el plan original de Dios quedó estancado. Dios quería hacer de Edén su reino, pero debido a la desobediencia de Adán y Eva, todo se echó a perder. Pero esto no iba a quedar así, pues Dios en su omnisciencia tenía otro plan.