BUSCA LA SABIDURÍA PARA HABLAR BENDICIÓN

Hace algunos años un científico llamado Masaru Emoto llevó a cabo un experimento con gotas de agua. Sometió determinada cantidad de gotas a constantes palabras positivas y otra cantidad a palabras negativas. Después las analizaron bajo un microscopio y las moléculas de agua que habían recibido palabras positivas, formaban figuras parecidas a diamantes o copos, mientras las otras formaban figuras extrañas e indefinidas. El experimento tenía como objetivo mostrar la afectación que las palabras positivas o negativas tienen, en este caso, sobre el agua. Hay muchos otros experimentos parecidos que se han hecho con distintas cosas y todos han resultado en lo mismo.

En la porción de Proverbios que leímos hoy, nos dice que la lengua del sabio brinda alivio y la del charlatán hiere. Un charlatán es una persona que habla mucho, normalmente sobre temas que no tienen trascendencia o no hacen mucho sentido. En otras palabras, la boca del sabio habla bendición, pero la boca de aquellos que no saben controlar su lengua puede hablar maldición. Este no es el único capítulo en la Biblia donde se nos habla del poder de la lengua, repetidas veces se nos recuerda el usar nuestra boca adecuadamente, no solo cuando hablamos sobre nosotros mismos, sino también sobre otros.

Si en experimentos seculares con objetos o cuerpos distintos, la afectación es evidente, ¿cuánto más pueden afectar nuestras palabras a nivel espiritual? Como hijos de Dios, más que cualquier otra persona, somos llamados a hablar bendición en todo momento, a que literalmente como dice en el versículo 18, nuestras palabras sean como medicina para aliviar a otros. ¿No es increíble que tus palabras tengan ese peso sobre otras personas? Esto no solo incluye el hablar palabras positivas o de bendición a otros, si no que hemos sido dados una autoridad en nuestra boca que debemos aprender a usar a nuestro favor. Ahora que sabes que tus palabras tienen poder, ¿Qué palabras decidirás hablar hoy?