BUSCA LA SABIDURÍA EN LA CORRECCIÓN

Como seres humanos nuestra naturaleza en este mundo es buscar hacer nuestra propia voluntad. Desde el principio cuando el pecado entró al mundo, se creó una raíz de egoísmo e indiferencia hacia la instrucción y corrección de Dios. A ninguna persona le gusta ser corregida o que se le remarque un error que pueda haber cometido. Cuando conocemos a Dios, y a través del sacrificio de Jesús, eso cambia. Somos librados de esa raíz. No solamente rompemos ese patrón de egoísmo al reconocer que no hacemos todo perfecto siempre, sino que, al descubrir a un Dios perfecto, justo, recto y santo, nos encontramos con una realidad que nos hace ver las cosas de una forma distinta. Nos empezamos a dar cuenta de cuántas cosas hacíamos mal y pasábamos por alto, cuántas cosas ni siquiera veíamos como incorrectas pero que ahora no podemos ignorar. Hace algunos días hablamos sobre la humildad, sobre cómo es importante aprender a recibir la enseñanza de otros porque eso habla de una persona sabia.

El saber recibir corrección también habla de una persona sabia. Nuestra vida cristiana tiene que ser un constante deseo de ir por un camino recto, pero también está lleno de obstáculos en los que a veces podemos caer. Para eso es que Dios ha puesto en nuestra vida personas que puedan ayudarnos a mantenernos firmes y corregir nuestras acciones o nuestro caminar si es necesario. Dentro de nuestra casa, esas personas pueden ser nuestros padres o quienes nos hayan criado. Fuera de nuestras casas esas personas pueden ser nuestros pastores, ancianos en la fe, amigos a quienes les tengamos confianza y sabemos que dan frutos de ejemplo, etc. Pero lo más importante es que Dios mismo, que es nuestro Padre, quiere corregirnos para mantenernos en el camino correcto, pero depende de nosotros mantener nuestro corazón abierto a recibir esa instrucción y cambiar nuestro enfoque.