El Momento AdecuadoMuestra

Los pastores se maravillaron

Finalmente llegamos al último de los personajes de la historia de Navidad. Hemos visto a María, José, Simeón, los reyes magos, y ahora veremos a los pastores, para entender cómo se prepararon para el nacimiento de Jesús. Lucas, el historiador y médico, trae este relato que nos lleva a la ladera de las afueras de Belén en esa noche maravillosa. Unámonos a estos personajes poco confiables y sin posibilidad de ser escuchados.

Lucas nos dice: «había pastores que vivían en los campos vigilando sus rebaños por la noche». Eran trabajadores contratados que vivían en los campos y tenían el turno de noche, ese era el peor horario posible para cuidar ovejas malolientes. En términos de la sociedad, habrían sido considerados parias o marginados.

Pero a los más bajos de los bajos, les sucede algo sorprendente, un ángel aparece y dice que hay buenas noticias para todas las personas, noticias de gran alegría. ¡Ha nacido un bebé, un Salvador, que es Cristo el Señor! Así es como lo encontrarán, estará envuelto en pañales y tendido en un pesebre. Después de este increíble anuncio, los cielos explotaron con un ejército angelical que cantaba alabanzas a Dios. ¡Qué increíble espectáculo que se dio a los pastores, a los marginados! 

Se les dio una triple señal, primero, encontrarían a un Bebé que es Cristo el Salvador, Dios en forma humana, Emmanuel, Dios con nosotros. Segundo, estaría envuelto en pañales. Estas ropas se usaban tradicionalmente alrededor de la cintura de la madre, de modo que si el niño moría se convertiría en vestuario de entierro. Entonces, los pastores encontrarían a este Bebé ya envuelto en sus ropas funerarias. Tercero, estaría acostado en un pesebre. No en un palacio, sino en un pesebre. Si hubiera nacido en un palacio, entonces solo la realeza habría tenido acceso a Él. En cambio, Él nació en un establo y fue puesto en un abrevadero. Era accesible incluso a los parias como estos pastores.

Cuando los ángeles se fueron, Lucas narra que los pastores se maravillaron de lo que habían visto y oído; y, no podían esperar para encontrarlo. ¿Así es como somos en Navidad? ¿Nos maravillamos ante el nacimiento de nuestro Salvador? Tal vez el regalo de un maravilloso Salvador debería conseguir que nos maravillemos.