Amada Por El Dios Que Me VeMuestra

Los ojos de Dios cubren a todo creyente. 

Sabes, el que nos ve no mira solamente a los fuertes o intachables. Él también mira a aquellos que son frágiles, débiles, vulnerables, a los heridos y lastimados por la vida. Sus ojos cubren a todo creyente.

Algo que caracteriza al Señor es que Él no hace acepción de personas. Hacer acepción de personas es algo muy común entre los seres humanos. Pero en lo que concierne a Dios, para Él, todos somos perfectos. 

Y no perfectos en el sentido de tener un alto coeficiente intelectual, una gran personalidad, una hermosa apariencia, grandes habilidades o hacer todo bien la primera vez. Es decir, no perfectos según el mundo. Pero perfecto para el plan de salvación que Él quiere realizar en ti, perfecto para las buenas obras que Él ha preparado de antemano, perfecto para aquellos a quienes Él puede ayudar a través de ti.

Al leer la Biblia, vemos que Jacob era tramposo, Pedro tenía temperamento fuerte, David fue adúltero, Noé se embriagó, Jonás huyó de Dios, Pablo era perseguidor de cristianos, Marta se angustiaba, Tomás dudaba, Moisés tartamudeaba, Zaqueo era pequeño, Abraham era viejo. Y sin embrago, todos estos hombres y mujeres fueron elegidos por Dios y usados para un gran propósito. 

Hasta el momento en que asistí a esa labor social de la iglesia, mi caminar con Dios se había tornado complicado porque pensaba que ya Dios no podía usarme por mis errores. Había mentido demasiado para mantener una máscara de niña buena. 

No obstante, me equivocaba. No solo entendí que Dios aún quería usarme, sino además, que en todos esos errores estaba mi victoria: tenía una historia que contar. Y es ésta. La que te he contado en este plan de lectura, cuyo protagonista es Dios y cómo Él me vió, me consoló, me perdonó, me amó, me corrigió, me sanó y me restauró. Todo lo que hizo por mí, Él también quiere hacerlo por ti. 

Espero que este devocional haya sido de bendición para ti y que Dios te haya hablado.

Abrazos.

María Barrios.