Vive sin mentirasMuestra

Una guerra para el alma

Si tuviera que nombrar lo que se siente al seguir a Jesús en el momento cultural actual, podría decir que se siente como una guerra para el alma. 

Este conflicto no solo es percibido "afuera" en la cultura o en las noticias digitales, sino dentro de nuestras propias mentes y cuerpos, una especie de tira y afloja que es emocionalmente exhaustivo y espiritualmente agotador, un desgarro en el tejido de la paz de nuestra alma.

¿Por qué nos sentimos tan cansados? ¿Desgastados?

¿Por qué nos sentimos tan maltratados y magullados?

¿Por qué cada día se siente como una batalla el sólo mantenernos fieles al seguir a Jesus?

Aquí está la idea: Tal vez porque así es.

Por siglos, los maestros del Camino de Jesús utilizaron un paradigma que se perdió en la era moderna, el de "los tres enemigos del alma".

El mundo.

La carne.

Y el diablo.

Ellos vieron los tres enemigos del alma como una contraparte de la trinidad de Dios mismo.

Si bien Jesús o los escritores del Nuevo Testamento no usan la frase exacta el mundo, la carne y el diablo, el lenguaje y las categorías sí lo hacen. Uno de los dichos más famosos de Pablo es "Pelea la buena batalla de la fe" (1 Timoteo 6:12). Les dijo a los Efesios "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo." (Efesios 6:11) y oraba para que su pastor Timoteo "peleara la buena batalla" (1 Timoteo 1:18). Notemos que "nuestra lucha no es contra carne y sangre sino... contra fuerzas espirituales del diablo" y que "las armas con que peleamos no son del mundo", sin embargo, él afirmó que tenemos "poder divino para derribar fortalezas." (Ver Efesios 6 y 2 Corintios 10:4).

Este fue un lenguaje opuesto al sentido común de una iglesia que creció en torno a la vida y enseñanzas de un maestro opuesto a la violencia. Aún así, los escritores del Nuevo Testamento y los padres y madres de la iglesia primitiva regularmente utilizaron esta imagen de batalla para describir la dinámica interna del alma.

Podríamos descartar estas tres categorías pero, ¿por qué el insesante conflicto en nuestro pecho que sabotea nuestra paz? Nos preguntamos, ¿por qué el mundo es tan destructivo? ¿Por qué lo soy yo?

¿En qué manera te sientes desgastado ahora? ¿De qué manera el pasado año fue una batalla el permanecer fiel al seguir a Jesús?