Cómo (no) salvar al mundo: La verdad sobre revelar el amor de Dios a las personas cercanas a tiMuestra
Cómo (no) salvar al mundo: Confía en tu propio poder
Mis padres fundaron un programa comunitario para aquellos que viven en las calles en el distrito de Tenderloin en San Francisco, por lo que la mayor parte de mi infancia la pasé en un deteriorado parque público con mi familia, celebrando servicios en la iglesia y estudios bíblicos, repartiendo almuerzos y prendas de vestir, jugando ajedrez y viendo partidos de baloncesto. Tenía nueve años cuando presencié un asesinato por primera vez. Dos grupos que se odiaban, se enfrentaron en una pelea que acabó en apuñalamientos y heridas de corte mientras la gente se amontonaba. Entonces la multitud retrocedió y un hombre cayó en el pavimento con un cuchillo en el pecho.
Miré hacia abajo, de pie en este parque que me gustaba tanto, tenía una sensación de náuseas en mi estómago. Sabía que había visto algo que no debía ver. Tuve una sensación que nunca había sentido. Culpa. Recuerdo sentir que debía haber salvado a alguien, pero no lo hice. Las primeras semillas de culpa se habían plantado en mi corazón, y brotaron como maleza. Me inscribí en tantos programas comunitarios como pude, pero las necesidades del vecindario nunca disminuían. Intenté hacer más, ayudar a más y hacerlo mejor, pero los resultados decepcionantes me dejaron insegura y enojada.
Sin importar cómo o dónde crecimos, muchos de nosotros sabemos lo que es sentirse derrotados y desanimados por las necesidades insuperables que nos rodean. Todos somos dolorosamente conscientes de que nuestros seres queridos están sufriendo. Estamos terriblemente al tanto del hecho que nuestro mundo necesita desesperadamente ser salvado. Queremos ser parte de la solución. Quiero contarles una verdad liberadora: Jesús es el Salvador. Jesús tiene el poder de salvar y nosotros no.
Sé lo que se siente creer la mentira de que como seguidor de Jesús es mi deber salvar a todos los que me rodean. La verdad de que salvar no es nuestra misión, es liberadora. Jesús es el Salvador del mundo. Es su trabajo. No fuimos creados para confiar en nuestro propio poder y soportar el peso de la salvación de todos sobre nuestros hombros. Necesitamos a alguien más poderoso que nosotros.
Aún así, Jesús no vino a salvar a través de la fuerza. El Salvador se despojó de su esplendor exterior “… se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo, y haciéndose semejante a los seres humanos" y servir a otros (Filipenses 2:7 NVI). Vino a pasar tiempo con nosotros, amar y servir a los pecadores. En nuestra cruzada por ser como el Salvador, ser como Cristo, y vivir como Jesús lo haría, el servicio es el ejemplo que se nos da. El llamado a ser como Jesús no es un llamado a salvar. Es un llamado a servir. La culpa de no ser Dios desaparece.
Jesús es quien salva, y nosotros somos sus narradores. Eres libre de compartir las maravillosas noticias de lo que Jesús ha hecho en tu vida sin sentir la presión de cuál será el resultado. Así que comparte tu historia incluso si no es perfecta, sirve a la gente que puede ser desagradecida, y comparte de Jesús a las personas que quizás nunca lo acepten.
Responde
¿Cuál es el peligro de confiar en nuestro propio poder en lugar del de Dios?
¿De qué forma te libera, para compartir de Jesús a los demás, la verdad de que Jesús es el que salva y nosotros somos sus narradores?
¿Cómo puedes seguir el ejemplo de servicio de Jesús y compartir libremente su amor con alguien cerca de ti?
Acerca de este Plan
¿Quieres luchar por las personas que amas y mostrar a los demás lo valiosos que son para Dios? Descubre las mentiras que te impiden amar a los demás como Dios te ha llamado a hacerlo, en este Plan de lectura de 5 días basado en el libro How (Not) to Save the World de Hosanna Wong. Toma el tiempo para explorar esta invitación de Jesús a conocerlo y compartirlo con los demás a través de tu experiencia personal.
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