No Todo Sufrimiento Es Consecuencia De Haber PecadoMuestra
El Sufrimiento Nos Capacita
Es usual escuchar en estos tiempos un evangelio fantasioso que busca tranquilizar el alma con declaraciones positivas, llenas de motivación. No podemos pretender disfrazar o negar la realidad que nos rodea y creer que con el uso de frases cliché como lo son las declaraciones positivas y repetitivas, se puede violentar la soberanía de Dios, negando el sufrimiento por el que innegablemente tenemos que pasar para ser perfeccionados, entrenados y capacitados acorde a los propósitos del Reino, no sólo para ponerlos por obra en este mundo, sino en aquel tiempo venidero donde estaremos reinando con Jesús, como reyes y sacerdotes.
He escuchado que los cristianos no tenemos porqué pasar por escasez, enfermarnos, enojarnos o entristecernos, en otras palabras que los cristianos, los hijos de Dios no tenemos porqué sufrir.
Como los amigos de Job, muchas personas dicen que el hijo de Dios que pasa por este tipo de situaciones, es porque ha pecado, porque está en desobediencia. ¡Qué carga tan grande! Imposible de llevar, es como una roca que atan al cuello de alguien que siente estar hundiéndose en el mar de la aflicción.
Señalamientos como: está pasando por eso porque no ora, porque ha dejado de tener comunión con Dios, porque se ha alejado de su presencia, etc. hacen que la aflicción cada vez cobre mayor fuerza, porque en momentos como estos lo que menos necesitamos es del tinte religioso de aquellos que creen ser más santos y más piadosos que nosotros.
¿Por qué pretender que siempre debemos estar felices y prosperos por el hecho de ser cristianos? Tristemente encontramos falsas enseñanzas basadas en filosofías humanas usadas como un escape engañoso para aquellos que prefieren vivir en un paraíso irreal, donde el dolor o el sufrimiento no tienen lugar porque se considera algo anormal e inmerecido, especialmente si se trata de los hijos de Dios.
Escrituras
Acerca de este Plan
A veces sentimos hundirnos y al momento de gritar ¡Auxilio! ¡Ayúdenme! ¡Me estoy ahogando! Nos dejan solos. Dios mismo permite que ocurra así para que aprendamos a levantarnos en la fuerza que sólo hallamos en su Espíritu a través del ejemplo que Jesús nos modeló. Podemos sentirnos rendidos, sin fuerzas, agotados, débiles; no necesariamente por consecuecia de haber pecado, sino porque la tribulación innegablemente hace parte de la vida cristiana.
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Nos gustaría agradecer a Marysela Ocampo O. por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.facebook.com/confiadosenJesucristo/