Cinco Hábitos Para Un Crecimiento EspiritualMuestra

DÍA 2

ORACIÓN

Te contaba anteriormente que había pasado por un embarazo muy difícil, y bueno el escuchar las sirenas cuando iba al trabajo y me sacaban de emergencia a un hospital por los dolores que presentaba me mantenían al filo de la comunicación con Dios, es que no podía desmoronarme sabía que mi bebe me necesitaba.

Aprendí a orar sin importar el lugar donde este, en la oficina, en el taxi, en la ambulancia, en el hospital, no me importaba si me veían, si me escuchaban yo solo le expresaba a mi padre celestial que sostenga a mi hijo en mi vientre y lo cubría con la Sangre de Cristo.

Hubo un incidente que marco mucho mi vida un año antes de casarme, salía de mi trabajo y me dirigía a la Iglesia, y acostumbraba a escribirle a mi novio que ya había salido y que ya iba en camino, sinceramente venia entretenida con el celular y tenía batería baja, sabes a los 20 minutos empezó los momentos más duros y difíciles que pude experimentar, sufrí un secuestro exprés en mi país en esa época se daba que comenzaban a secuestrar a mujeres y las violaban, las mataban o manoseaban pero en todo momento vi a Dios obrar y cuidarme, iban dos hombres adelante y uno atrás mío, en mi mente era La Sangre de Cristo tiene poder, La Sangre de Cristo tiene poder, comencé a repetirlo tantas veces podía con convicción y creyendo que su Sangre me protegía, uno de los secuestradores que estaba atrás mío me quiso tocar para ver si tenía otro celular, y me dice tócate tu porque yo no puedo hacerlo, y podía ver como él se mantenía distante y cuando quería acercarse podía escuchar el rugido del León que lo mantenía distante, me dejaron en una ciudadela botada no me hicieron nada, no me tocaron, solo Dios pudo haberme librado de aquel momento.

Y claro los nervios del momento no te los voy a negar, estaba asustada que literalmente llore cuando vi un policía y llame a mi novio que estaba cerca y me fue a ver y me llevo a casa con mi tía y mi papá, llore como no tienes idea pero en medio de todo estaba agradecida con Dios porque Él me libro de que algo malo me ocurriera, y solo Él pudo hacer que al día siguiente pudiera recuperar mis papeles y mis tarjetas las que me habían robado.

Cuando aprendemos a tener comunión con Dios, aprendemos a escucharle  y no solo hablarle.

Hoy te animo que no ceses de orar, como dice el Apóstol  Pablo en todo tiempo, en el trabajo, en la ducha, en el cuarto, en la sala, en la alegría, en el dolor, en todo tiempo.

Orar es una conversación intima entre Dios y tú, donde aprendemos no solo hablar sino también a escuchar.