Mata El RuidoMuestra

Objetos brillosos

El pecado es divertido. En serio, piénsalo por un segundo. Si el pecado doliera cuando lo haces, todo el mundo viviría una vida perfecta. El diablo estaría solo y frustrado, porque nadie estaría cediendo a la tentación. Pero no es así como funciona, ¿verdad? Por lo general, el pecado se siente muy bien. Es atractivo y agradable. A menudo, basta con un «¿Quieres probarlo?» para que nos lancemos de cabeza.

Satanás conoce el «¿quieres probarlo?» justo para absorber a cada uno de nosotros. Así como colgar un señuelo brillante frente a un pez hará que pique, él sabe que sólo necesita lanzar una tentación brillante en nuestra línea de visión para que mordamos el anzuelo. Es el maestro de la pesca y lleva años haciéndolo. Nosotros no somos más que un puñado de peces curiosos en busca del próximo objeto brillante que nos da la vida.

Debemos estar siempre atentos a los objetos brillantes del diablo. Dios advirtió a Caín antes de que matara a su hermano Abel: «Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo» (Génesis 4:7 NTV). Le está diciendo a Caín: «Amigo, tienes que decidir de antemano que quieres hacer lo correcto. Esa es la mayor parte de la batalla. Si no lo haces, el pecado está esperando para derribarte». Caín no escuchó y el primer asesinato del mundo fue el resultado.

Cuando decidimos vivir una vida santa, haciendo lo que Dios dice que es correcto y no haciendo lo que él dice que es incorrecto, Dios nos da todo lo que necesitamos para lograrlo. Primero, nos da dos pies. ¿Recuerdas a José? ¿Qué hizo cuando la esposa del Faraón lo persiguió? Hizo una carrera de 100 yardas y salió de allí. No hay nada malo en decir: «Bien, me estoy preparando para rendirme. Me voy de aquí». De hecho, es el movimiento de un profesional.

La segunda y más grande ayuda que Dios nos ha dado es la persona del Espíritu Santo. En Gálatas, Pablo habla del fruto del Espíritu, aquellas cosas que crecerán naturalmente en nosotros como resultado de estar llenos del Espíritu Santo. Una parte del fruto que enumera es el autocontrol. El autocontrol más fuerte no es autogenerado; es el control del Espíritu, y viene del Espíritu Santo. Deja de tratar de vivir la vida santa por tu cuenta.

¿Estás listo para dejar de pecar y vivir como Dios quiere que vivas? ¿Quieres la vida buena y llena de alegría que él ha planeado para ti? Tómate un tiempo para pedirle al Espíritu Santo que te dé el poder para decir «no» y la fuerza para huir cuando el «no» no funcione. Pídele que te ayude a reconocer los objetos brillantes que Satanás está colgando delante de ti, para que puedas dejar de engancharte en la tentación. En su lugar, busca lo que Dios tiene para tu vida. El objetivo de Satanás es atraparte en el pecado y el pecado lleva a la muerte. Dios, en cambio, tiene algo mucho mejor y te está esperando. «Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor» (Romanos 6:23 NTV).

Comprometerse plenamente significa estar en guardia. Todos hemos visto videos de personas que miran sus teléfonos mientras caminan directo hacia un poste. Así es la mayoría de la gente cuando se trata de la tentación. Están tan atrapados en el día a día de la vida que son ajenos al mundo espiritual que les rodea. Entonces ¡BAM!, caen directamente en el pecado. Tienes que esforzarte por ser consciente de la tentación, sabiendo que el diablo está buscando derribarte. Haz que el Espíritu Santo participe en ello. Él puede ver lo que tú no puedes. Si le pides a él que sea tus ojos y oídos espirituales, tendrás la garantía de que la tentación nunca te tomará desprevenido.