[Grandes Versos] Oxígeno Para Mi AlmaMuestra

Meditar la Palabra de Dios

El Salmo 119 nos llama a meditar en la Palabra de Dios. No te limites tan solo a leer la Biblia, sino que medita en ella. Medita, reflexiona, considera, ora, piensa. Mastica como cuando tu perro mastica un hueso. «¡Oh cómo amo tu ley! Es mi meditación todo el día». «Voy a meditar en tus preceptos y fijar mis ojos en tus caminos». «Tengo más comprensión que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación». «Mis ojos están despiertos ante los relojes de la noche, para que pueda meditar en tu promesa».

George Müller supervisó un orfanato en Inglaterra durante el siglo XIX, en el que se hizo cargo de más de diez mil huérfanos. Nunca pidió dinero, en su lugar solamente confió en la oración. No solo leyó la Palabra de Dios, sino que meditaba en ella. Describió su práctica diaria: 

Lo primero que hice fue empezar a meditar en la Palabra de Dios; buscar cada versículo, obtener la bendición que había en él, no por el bien del ministerio público de la Palabra ni por el bien de predicar sobre lo que había meditado; sino por el beneficio de obtener alimento para mi propia alma. El resultado que he encontrado es, casi invariablemente, que después de unos minutos mi alma ha sido llevada a la confesión o a la acción de gracias, a la intercesión o a la súplica; para que, aunque no me entregara directamente a la oración sino a la meditación, indudablemente, se convertiría casi de inmediato en oración. Cuando he estado por un tiempo haciendo confesión, intercesión, súplica o he dado gracias, voy a la Biblia para leer las siguientes palabras o versículos, para convertir todo, a medida que sigo, en oración por mí mismo o por los demás.

Cuando leas la Palabra de Dios, sumérgete en ella. Ora a través de ella. Medita sobre ella. Deja que se impregne en tu corazón todo el día.