[Grandes versos] El Salón de la FeMuestra

¿Por qué la fe le importa tanto a Dios?

«Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan».

Hebreos 11 es uno de los capítulos más grandes sobre la fe en la Biblia y el versículo 6 es el versículo fundamental del capítulo. Este versículo es un llamado a la importancia absoluta de la fe: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios».

A menos de que confiemos en Dios y no en nosotros mismos, no podemos complacer a Dios. A menos de que creamos que Dios cuidará de nosotros, no podemos complacer a Dios. A menos de que confiemos en el poder de Dios y no en nuestros propios recursos, no podemos complacer a Dios.

Al final de tu vida, ¿se dirá que eras un hombre o una mujer que vivía por fe? ¿Confiaste en que Dios te rescatara? ¿Tenías una fe que deleitaba el corazón de Dios? O, por el contrario, ¿solías confiar en tus propios recursos a medida que pasabas por la vida?

La Biblia nos dice, inequívocamente, que es imposible complacer a Dios a menos que vivamos por fe. Me pregunto: ¿Por qué la fe le importa tanto a Dios? ¿Por qué le agrada tanto al Dios infinito cuando confiamos en él? Dos cosas vienen a la mente.

Primero, a Dios le importa cómo lo vemos. Sí, Dios es el Dios infinito, pero también es el Dios personal. Dios también tiene sentimientos. Si veo a Dios como un capataz estricto que es difícil de complacer, esto aflige su corazón. Pero si veo a Dios lleno de tierno amor y compasión implacable, como un Dios paciente, amable y fácil de convivir, a nuestro Dios le complace.

Mi segundo pensamiento: confiar en Dios va de la mano con amar a Dios. ¿Amas a un Dios en el que no confías con tu corazón? ¿Confías en un Dios por el que no sientes un tierno amor y afecto? No, no lo haces. La confianza y el amor por Dios están indisolublemente unidos y Dios anhela que lo amemos de manera recíproca.

Probablemente hay muchas razones por las que tu fe importa tanto a Dios, pero aquí están dos razones grandes:

1. Tu fe refleja la forma en que ves a Dios.
2. Tu fe está directamente ligada a tu amor por Dios.

No es de extrañarse que Dios nos diga: «Y sin fe es imposible complacerlo».