Mujeres en El LiderazgoMuestra

¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?                                               (Ester 4:14) 

Para tener más claridad sobre todo el contexto de esta reflexión recomiendo leer todo el libro de Ester. 

Ester fue una joven princesa que aprendió desde muy temprano en la vida a moverse entre la sabiduría, el valor y el altruismo.

Aunque fue obligada junto con miles de muchachas vírgenes de Susa a formar parte del harén del tirano rey Asuero, contó con el favor de Dios, no solo para salvar su vida, sino también la del pueblo judío en una de las horas más oscuras que vivieran durante el exilio.

Si bien es cierto que el nombre de Dios no se cita de forma explícita en el libro de Ester, la forma en que Dios usó las injustas circunstancias que rodearon su vida y el impacto de su liderazgo es evidente a lo largo de toda su historia. 

La historia de Ester, como todo en la vida, tiene dos perspectivas, dos visiones del mundo. Hay dos formas de ver e interpretar la realidad: existe el drama que puedes ver, y luego está el drama detrás del drama ¡Siempre hay una historia detrás de la historia!

El primer drama, la primera historia, es visible; es el drama humano, la historia terrenal. Pero la que no logras percibir a menos que seas una persona espiritual, es el drama celestial, el reino de Dios abriéndose paso en medio de las circunstancias adversas e injustas de los hombres, para cumplir Sus propósitos eternos.

Como líder siempre puedes verte tentado a pensar que eres un simple peón movido a voluntad de otros por encima de ti en el ajedrez de ambición y poder terrenal, o decides al igual que Ester preguntarte ¿Cómo quiere Dios usar mi posición, mis circunstancias actuales, mi lugar en la vida, para cumplir los propósitos de Su reino aquí y ahora?

El profeta Miqueas nos recuerda lo que Dios espera de nosotros: “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Mq 6:8).

Por tanto, querido amigo/a, nunca subestimes el poder de Dios, no subestimes tu fe, tus oraciones, tu obediencia a Dios y tu rol en el gran proyecto de Dios para con la humanidad.  

Quien sabe, quizás para esta hora Dios te ha puesto de forma sobrenatural donde estás en este momento en la historia de tu familia, empresa, ministerio, país… Se te ha dado un papel que desempeñar, y nadie más puede hacerlo.